La reedición de la novela ecuatoriana de ciencia ficción para adolescentes, Infinito 9 (Loqueleo, 2017) de Verónica Coello Game nos lleva nuevamente a comentar la literatura infantil y juvenil que se produce en el país.
Tal novela fue publicada por primera vez en 2012 por la editorial Santillana y desde entonces tiene, hasta la actualidad, cantidad de reimpresiones, lo que quiere decir que es bastante leída en el ámbito colegial. Claro está que la infraestructura editorial de Santillana y Loqueleo posibilitan tal difusión en tanto tienen, como se sabe, públicos cautivos, toda vez que enlazan sus producciones de libros con los programas escolares, por lo menos en Ecuador. Independientemente de todo esto, sabemos, además que Infinito 9 ha recibido el Honor Award 2014 de la revista norteamericana Skipping Stones –de hecho, una pequeña reseña sobre la novela, haciendo mención al premio, se halla en la revista de dicho año, Skipping Stones, Vol 26, No. 3, de julio-septiembre de 2014–. Tal premio, como se anuncia cada año –y parafraseo acá algunos de sus objetivos–, se orienta a fortalecer la conciencia y el diálogo multicultural y la apreciación por el medioambiente y la naturaleza. En este sentido, es un premio que estimula, a través de la literatura, que exista un activismo juvenil, que los escritores aviven a que los niños/niñas, adolescentes y jóvenes, además de sus familias, a ser parte de los procesos sobre el cuidado de la Tierra, de sus especies, que tengan una mejor conciencia energética, sin descartar a que luchen por la paz y la justicia entre pueblos y naciones. Es importante rescatar de este premio, por otro lado, su carácter propiciatorio de la diversidad, la tolerancia y la igualdad social y cultural.
Infinito 9, desde ya, tiene algunos de los ingredientes que se nombraron como objetivos o valores del premio que en su momento se le concedió. Se trata, en efecto, de una novela de ciencia ficción medioambientalista y concientizadora de la problemática que vivimos en la actualidad: las consecuencias del deterioro climático no solo determinado por el tipo de existencia consumista de la humanidad, sino también por la falta de decisiones radicales y responsables de muchos gobiernos, algunos de ellos de países industrializados. Coello Game escribe una historia precisamente para incidir en la conciencia de los adolescentes, pensando que estos son el futuro de la vida de la Tierra, cuyas decisiones posteriores podrían cambiar la vida planetaria.
La historia de Infinito 9 tiene como escenario una especie de presente-futuro, cuando la atmósfera de la Tierra se ha vuelto casi irrespirable, debido al deterioro medioambiental. Por efecto de tal problemática, la vida urbana tiene sus restricciones, comienzan a escasear algunos recursos, por lo que el panorama es de plena preocupación. El relato se centra en una familia, particularmente en un adolescente. En el colegio se discute la problemática que vive la Tierra y el adolescente se va preguntando y va inquiriendo a sus padres sobre lo que está pasando, en tanto, los gobiernos van tomando decisiones esta vez distintas, tratando de dar solución a las demandas que nacen del desastre que estaría minando vidas. El anuncio del descubrimiento de un planeta similar a la Tierra a unos 20 años luz abre la esperanza de una futura migración. Pero la cuestión de pronto tiene otro sesgo, porque los habitantes de ese planeta que el adolescente-protagonista de la novela bautiza como “Infinito 9”, a sabiendas que la Tierra está en peligro, deciden enviar una flota para llevarse a los habitantes de la Tierra, por lo menos unos buenos billones, en calidad de excursión o de “vacaciones” para que convivan –y se reeduquen– en su entorno. Entretanto, la idea es limpiar, sanear, curar el medioambiente con unas tecnologías que los extraterrestres poseen para que la humanidad retorne a su hábitat.
La novela tiene más que lo sintetizado. Lo que importa detallar, sin embargo, es eso que Infinito 9 tiene como uno de los temas más urgentes: el desastre medioambiental. Coello Game recoge una de las preocupaciones actuales sobre este asunto, discutido en todas las instancias de la sociedad y que vivimos cada vez más con las consecuencias consabidas; probablemente una de ellas es la pandemia que el mundo atraviesa en la presente coyuntura, pandemia que hasta el momento no se puede detener y que está causando la muerte de cantidad considerable de personas en diversos puntos del planeta. En los últimos 100 o 200 años la humanidad ha producido tal cantidad de basura, distinta a otras épocas, que no se puede degradar con rapidez. La contaminación en los mares es una secuela de esto, probándose que hay toneladas de deshechos plásticos y de otra naturaleza que amenazan la vida animal; lo propio se puede decir de extensos terrenos cubiertos de sedimento no orgánico con efectos en el aire que se respira, incluso con la extinción de especies.
Se puede decir que un primer hecho que recuerda la novela es que los gobiernos o hacen poco o hacen la vista gorda a la problemática del deterioro medioambiental dado, a sabiendas de que, si existieran políticas para transformar tal estado de cosas, estas afectarían al desarrollo del capitalismo. Mientras se compara el cuidado medioambiental con las ganancias multimillonarias resultado de la producción de bienes de consumo con materiales contaminantes, el planeta va sufriendo en su estabilidad, lo que se traduce en la afectación de la vida misma. En Infinito 9, el desastre mismo, la alta contaminación del aire, la imposibilidad de sobrellevar una vida normal de los habitantes conduce, en la ficción, a que los gobiernos por fin concienticen y traten de dar solución. Coello Game no cae, en este contexto, en la narración apocalíptica y más bien enfatiza en que hay voluntad de diálogo. Y ese es un valor sugestivo.
Pero la pregunta es: ¿la realidad del comportamiento humano se puede comparar con lo que las ficciones procuran delinear? Por lo menos las ficciones como Infinito 9 donde la intensión didáctica procura mostrar al lector que el ser humano sabe enmendar sus errores es un punto de avance en el debate sobre el tema medioambiental. Coello Game se esmera en su novela a exponer que sí es posible una voluntad de diálogo, que sí es posible tomar otras decisiones en beneficio del común y que eso se puede enseñar a niños y niñas, a las nuevas generaciones. Es por eso que la primera parte de su novela es ampliamente expositiva de la problemática que es vivida por el adolescente protagonista: él y sus hermanos y amigos van inquietándose del asunto que también les afecta, porque no pueden jugar bien, no pueden convivir como antes, no tienen el hábitat deseado, por más procedencia social a la que pertenezcan. El rol del padre en la toma de conciencia es interesante: la autora lo conecta con un científico por el que sabemos que el campo de la ciencia no se ha quedado de brazos cruzados frente a la problemática medioambiental, sobre todo en la búsqueda de otros planetas. La relación del protagonista con su padre conlleva el acercamiento al conocimiento, al aprendizaje y a la asunción de responsabilidad personal y social. Por otro lado, está la madre que juega con él dejándole notitas en diversos lugares o en la ropa. Las notitas contienen frases desafiantes, pensamientos, ideas que motivan al protagonista a su maduración. Por lo tanto, Coello Game sabe que la formación de un niño/niña, el educarlo en la responsabilidad para con la Tierra y los seres que la habitan, implica que aquel se interese en los problemas del mundo más allá de sus narices.
Es por eso que, en la segunda parte de la novela el protagonista, además de conocer a muchos otros adolescentes de diversas culturas, impulse la necesidad del retorno, clamando volver al hábitat donde se es feliz: la Tierra. Su afán de liderazgo, según la novela, se traduce en una “gran idea” que además tiene un propósito fuerte:
“…organizar entre nosotros una cadena de recolección de firmas para que los adultos suscribieran un tratado de paz y de cooperación entre naciones para abolir el hambre y la pobreza, el consumismo desmedido, la discriminación, la injusticia y la contaminación medioambiental, y para que la buena educación llegase a todos los rincones, entre muchas otras cosas más. Las firmas de todos los niños que nos encontrábamos en todas las comunidades serían la garantía para que en el futuro hiciéramos cumplir esas disposiciones con rigor de modo que nunca más hubiera guerras y se respetara la naturaleza, porque sin ella el mundo dejaría de ser tan maravilloso”.
Se trataría de un sueño. O, mejor dicho, de un deseo que la autora lo pone de manifiesto a sabiendas que las nuevas generaciones deberían y tendrían la responsabilidad de cambiar el estado de cosas que se viven en la actualidad. Un acuerdo de niños para conseguir firmas entre ellos comprometiéndose al cambio de conducta, con incidencia en la vida adulta, es un propósito harto loable que implica, por otro lado, madurez ciudadana y sentido de comunidad, o sentido de respeto de la otredad, además de respeto de la naturaleza. Infinito 9, en este contexto, se postula como una ciencia ficción educativa, formadora de conciencia y propulsora de acción. Vendría a ser la demostración de lo que el filósofo Jacques Rancière postula: “la política de la literatura” (en Política de la literatura, ed. Libros del Zorzal, 2011), es decir, que la literatura –y no el escritor– hace política, traduce la práctica de una forma de sociedad cuando sus miembros tienen algo en común, que es la palabra, “instrumento de comunicación”. ¿Coello Game estaría postulando la constitución de una sociedad de comunes donde el ejercicio de la palabra –es decir, de la literatura, esta como régimen que visibiliza las cosas, en términos de Rancière–, conduzca a un nuevo horizonte de la humanidad?
Responder a esta pregunta con la novela Infinito 9 es un poco aventurado, pero posible. Coello Game deja los trazos, pero no desarrolla su discurso más allá de las posibilidades que el mismo libro pudo abrirle. Tales trazos son: la preocupación sobre el medioambiente, la voluntad de diálogo de los gobiernos, la búsqueda de posibilidades de salvación de la humanidad, el acuerdo que comprometería desde niños a que la humanidad ya no siga por los senderos hasta ahora transitados.
Pero detengámonos en eso que apunté en el párrafo anterior: la búsqueda de posibilidades de salvación de la humanidad. Ya es conocido que la astronomía ha posibilitado el descubrimiento y el estudio de sistemas planetarios. Por este trabajo se dice que hay una cierta cantidad de planetas similares a la Tierra, con vistas, en algún futuro, a explorarlos y, en otro caso, colonizarlos. Por el momento, Marte es el más próximo y el más accesible, aunque implique una terraformación formidable. En la novela de Coello Game el asunto de la investigación astronómica en el cosmos está citada y, más aún, la evidencia de un planeta próximo-lejano –por la cantidad de años luz por recorrer–. ¿Cómo llegar a este cuando la Tierra está a punto de colapsar? La ciencia ficción ha dado cientos de respuestas: la más común, construir naves y salir a la aventura del encuentro de un sistema planetario habitable.
Pero Infinito 9 prorrumpe con un hecho interesante –y quizá también en ciernes en las conversaciones sobre vida extraterrestre–: sucede que el planeta del que se habla en la novela sí tiene vida y una civilización, la cual, además, es híper avanzada. Resulta que de ser observadores los observados habíamos sido los terráqueos. Y es así como el gobierno del planeta descubierto, el de “Infinito 9”, conociendo la desesperada situación de los terráqueos toman contacto, dicen que nos estaban vigilando, ofrecen unas naves de transporte a su planeta de unos cuantos billones de seres humanos, en tanto ellos se encargarán de remediar el desastre medioambiental producido por los terráqueos.
En otras palabras, la novela muestra que las civilizaciones “superiores”, extraterrestres, son mejores y más preparadas y, en algún momento, ayudarían a la humanidad a salir de sus problemas. Es ficción, claro está. Sin embargo, se puede leer como la metáfora de que los más viejos y sabios –no se dice quiénes ni su procedencia real– saben cómo curar al planeta de los desmanes de sus nietos y sus descendientes irresponsables. En todo caso, la autora siempre está representando la idea de la familia como el de una comunidad de comunes. Por ello, en Infinito 9 los extraterrestres son similares en aspecto a los humanos, su nave es como cualquier trasatlántico, entienden todos los idiomas, se organizan por familias y comunidades, no tienen problemas sociales jerárquicos. Coello Game hasta acá parece decirnos que las otredades son similares a nosotros, lo que lleva a pensar que las diferencias sociales y culturales no son más que desatinos y problemas de un cierto tipo de humanidad –la moderna– que mira solo su ombligo y no accede a mirar a los otros como hermanos. Sin embargo, el discurso literario queda hasta acá.
Porque cuando uno cree que vamos a un planeta para ver otra forma de comunidad, quizá una utopía, Coello Game, renuncia al detalle, a la historia, y se queda en el esbozo. Y con ello, su novela de ciencia ficción queda en la promesa de profundizar en el tipo de sociedad futura que se esperaría tras el contacto extraterrestre: puesto que se expone el problema medioambiental, uno esperaría que, en el planeta exterior, en ese mundo aparentemente “mejor”, por lo menos se explique alguna forma de constitución de cómo se pudo llegar a ser un planeta feliz en convivencia, si no con la naturaleza, al menos con el tipo de vida que se lleva. Se puede afirmar que tal segunda parte de la novela –puesto que la primera es la de la Tierra y su atmósfera irrespirable– se queda en medio camino y de pronto renuncia a la ciencia ficción más plena, quizá incluso más fantástico, para privilegiar el realismo.
Y ese es, quizá, el problema de alguna literatura de ciencia ficción dirigida a niños, adolescentes y jóvenes. Sobre todo, para estos últimos, recientemente, a nivel internacional, se han escrito sagas para representar tipos de sociedad, sobre todo posapocalípticas, siendo la intención quizá la profundización de ciertos aspectos sociológicos y sociotécnicos, aunque la mirada de muchos escritores es el bloqueo de toda idea de futuro posible y promisorio. Pero cuando leemos literatura infantil o juvenil claro que parece haber un postulado: argumentos sencillos, comprensibles, con tramas que expliquen didácticamente alguna problemática… Es decir, ¿se debe profundizar en más aspectos de los mostrados? Tal literatura a veces queda en el programa. En todo caso, recuperemos la intención de la autora de mostrar al pueblo extraterrestre como similar al terráqueo, o, si se quiere, de representar que la relación intercultural debe y tiene que ser posible para cambiar el mundo de divisiones, de quiebres, de fronteras que vivimos.
Infinito 9 de Verónica Coello Game, con todo, es promisoria: su contenido comunica ideas y eso es lo que vale. El libro, por otro lado, tiene las ilustraciones de Tito Martínez. Tales ilustraciones no perturban la lectura, sino lo que hacen es apoyar algunos rasgos del protagonista. Finalmente, la obra, independientemente que deje puertas abiertas del género de ciencia ficción, apunta a los valores que deben seguirse insistiendo hoy en día. (Iván Rodrigo Mendizábal)