Lenin Solano Ambía es un joven escritor peruano, radicado en Francia y que cuenta con varias menciones en premios en su haber. Es un buen representante de de la nueva narrativa peruana que quiere ir más allá de los temas y géneros de siempre.
Muchos escogen la ciencia ficción como género innovador en la literatura peruana, Lenin ha escogido la novela policial y ya ha escrito dos.
Su primera novela es “No le reces a los muertos” ( Arteidea, grupo Editorial. Lima, 2011). Es la historia de un asesino en serie que cuenta con un ritmo fluido y que respecta la estructura de la novela policíaca tradicional, con vuelta de tuerca incluida; aunque en este caso, si el lector está suficientemente atento, no resulta tan sorpresiva. La narración está realizada desde tres puntos de vista: Un YO, para la víctima de asesino, y en un caso para el testigo ocular del asesinato, un TÚ para el propio asesino y la tercera persona para la la investigación policial. Por otro lado el TÚ del asesino realiza saltos temporales que nos narran su infancia, lo que de alguna manera explican sus supuestas razones tras sus crímenes.
Ante el violento asesinato de dos mujeres sin aparentemente nada en común, el general Luis Bustamente llama a su amigo, el famoso general Leopoldo Chacaliza para que se encargue del caso. Chacaliza. Primero de su promoción en la escuela de policía, colaborador en la captura de un tristemente célebre terrorista, el general Chacaliza es uno de los más respetados policías de investigación en su país. Ponto forma su equipo, que incluye al joven teniente Martínez, gran admirador del trabajo del general Bustamante. Sin embargo los asesinatos continúan y la investigación parece no avanzar.
En algunos casos los asesinatos están narrados desde el punto de vista del asesino y el punto de vista de la víctima, lamentablemente en muchos de esos casos las escenas se repiten casi idénticas, salvo por el cambio de persona – del yo al tú-, sin realmente ofreces más detalles al caso. Considero que si hay partes que no contribuyen al avance de la narración, están de más y deben ser eliminados. Cuando un punto de vista aporta detalles suplementarios a la historia, entonces sí son pertinentes. Por otro lado, se sabe muy bien que nadie es capaz de vivir una situación de la misma manera, por lo que resulta inverosímil que tanto la víctima como el asesino narren exactamente la misma situación. Supongo que lo que para el asesino era importante, no lo era para la víctima.
Otro defecto de este libro es el hecho de que todos los personajes hablan con el mismo registro de lengua, lo que tomando en cuenta los distintos niveles de educación, edades, etc. de los personajes hace la narración poco verosímil. Felizmente el punto fuerte de Lenin es la estructura narrativa, y como esta es bastante sólida, ayuda a que el defecto de los diálogos se deje de lado.
Este problema con el registro de lengua Lenin parece haberlo resuelto en su segundo libro: “Cementerio Père Lachaise” (Ediciones Altazor. Lima, 2014), novela que cuenta con una mención honrosa en el VI Premio Cámara del Libro de Novela Breve en 2014. Aquí sí que cada personaje tiene una voz propia, con sus particularidades causadas por su procedencia, bagaje cultural, etc.
Esta también es una historia de asesinatos en serie que tienen como escenario el famoso cementerio que da título al libro. En este cementerio están enterrados muchos artistas y personalidades de los siglos 19 y 20 y los asesinatos están de alguna forma relacionados con ciertas personalidades enterradas allí.. La estructura de esta novela varía un poco con respecto a la primera. Esta está separada en dos partes y mientras en la primera los capítulos estaban solo numerados, en esta tienen títulos acordes con lo que sucede. Como en la primera tenemos diversos puntos de vista narrándolos los hechos.
El primer capítulo está muy bien narrado, ofreciéndonos una muy buena opción para presentar el cementerio a quien no lo conoce. Lenin hizo una elección inteligente al introducir el personaje del guía turístico en vez de ofrecernos por ejemplo una aburrida descripción. Por eso resulta decepcionante que muchos de los diálogos sean lo que yo llamo diálogos CSI. En la famosa serie de televisión los personajes se enfrascan en diálogos poco naturales e inverosímiles que tienen como objetivo informar al televidente sobre la tecnología utilizada en el capítulo. Pero como se supone que están hablando entre colegas, resulta más que absurdo que uno pregunte “¿Qué estás haciendo?” y que el otro conteste con una larga explicación detallada de algo que se supone el otro debía saber. Esto sucede en algunos diálogos de Cementerio Père Lachaise y todo para explicarnos un poco la historia detrás de las tumbas (detalle pertinente, porque los asesinatos están ligados a los famosos muertos). Es una lástima que a Lenin se le haya ocurrido esta salida en vez de aprovechar al personaje del guía turístico. Hubiese resultado más natural que él nos explique las cosas.
Esta novela no sólo pertenece al género policial sino también al fantástico, pues los asesinatos son realizados por un ser (o seres) que pareciera tener una fuerza sobrenatural. Desde el principio intuimos la naturaleza de ese ser, sin embargo la vuelta de tuerca es en este caso que la razón detrás de los asesinatos nunca nos es claramente explicada. Para muchos esto puede ser decepcionante, para mí le da más valor a la obra. ¿Por qué siempre se tiene que explicar todo? No lo creo necesario; un buen misterio siempre debe dejar alguna incógnita al final.
Un detalle muy interesante de este libro es que nos encontramos nuevamente con Chacaliza y Martínez, sin embargo son y no son las mismas personas. No solo los nombres son iguales, sino que sus personalidades se mantienen: Chacaliza es igualmente un policía respetado, con muchos estudios y condecoraciones, ensimismado en su trabajo, serio y preciso, mientras que Martínez sigue siendo el joven policía, con ansias de hacer bien su trabajo y dispuesto a obedecer a sus superiores. Sin embargo sus historias son diferentes, aquí Chacaliza no tuvo una infancia pobre, marcada por la violencia, sino que sus padres inmigraron a Francia cuando él era chico, mientras que Martínez se convierte en un francés hijo de inmigrantes peruanos. Martínez ya resultó ser un personaje con el que es fácil identificarse en la primera novela, en esta segunda Chacaliza también se convierte en un personaje que nos despierta simpatía. Interesante encontrarse con estos personajes que son los mismos pero no son iguales. ¿Volverá Lenin Solano a utilizar al Chacaliza y Martínez en otra aventura? Yo espero que sí, pues me gustaría saber en qué situación pondrá a los personajes la próxima vez