El cuento “El Primer Peruano en el Espacio” es un clásico de la ciencia ficción peruana. Hace ya mucho tiempo que circula en forma de e-book y ha sido incluido en el Apex Book of World SF 2, editado por Lavie Tidhar. Ediciones Altazor lo ha publicado en papel, junto con otros cuentos de este talentoso escritor y difusor de la ciencia ficción peruana.
En este libro encontramos temas recurrentes de la ciencia ficción, pero enfocados desde la perspectiva latinoamericana, siendo así innovador. Por otro lado realiza muchas referencias a las culturas prehispánicas, pero no en concordancia con esas corrientes “New Age”, que insisten en el carácter extraterrestre de dichas culturas. En ese aspecto Daniel hace un trabajo muy cercano al que J.H. Rosni Âiné realizó con la prehistoria, es decir reelaborar mitos y así dar a entender la existencia de una tecnología perdida para el presente. Esto se aprecia claramente en el último cuento llamado “Quipucamayoc”, en donde el personaje principal para vengar a su pueblo de la tiranía del imperio Inca, se vuelve experto en quipus (sistema mnemotécnico mediante cuerdas de lana o algodón y nudos de uno o varios colores desarrollado por las civilizaciones andinas), para así poder contaminar el mensaje de los mismos y hacer caer el sistema de contabilidad del imperio, en otras palabras nos encontramos ante uno de los primeros Hakers de la historia. Curiosamente el antropólogo Gary Urton de la Universidad de Harvard, ha comparado los quipus incas como sistema contable con el código ASCI de las computadoras. Es decir que Daniel en vez de apelar al manido estereotipo del origen extraterrestre de las culturas precolombinas, nos plantea algo mucho más interesante y verosímil: ¿Y qué tal si simplemente ellos conocían una tecnología que nosotros ya no somos capaces de entender? ¿O es que somos pueblos tan tontos que la única explicación posible ante un avance científico por parte de nuestros antepasados es el de fuera?
Interesante es notar también que el primer cuento, que da nombre al libro, empieza en el futuro y el último nos regresa a la tierra durante el imperio incaico y entre ellos encontramos cuentos que muchas veces entrelazan la ciencia ficción con el terror y, como dice el comentario en la contratapa, en donde los monstruos también se llaman racismo, corrupción y decadencia. El mensaje político de los textos es bastante obvio, sin ser panfletario. Como todo escritor que se respeta, Daniel Salvo confía en la inteligencia de sus lectores para sacar sus propias conclusiones.
En muchas historias hay una relación macro/micro interesante, que hace reflexionar al ponerse literalmente en la piel del otro. Es lo que sucede con la primera historia, en donde el racismo cobra matices interestelares que de alguna forma son un espejo a la actitud paternalista de países autodenominados “desarrollados” frente a “culturas inferiores”. Al remplazar al grupo de poder con extraterrestres e imitar el discurso “culturizador” y protector se aprecia mejor lo absurdo de la situación.
Esta situación absurda se aprecia también en el cuento “El Arca”, en donde gente rica propone a otros menos afortunados la gran oportunidad de salvarse de una hecatombe mundial. Poco importa que esa oportunidad signifique casi la esclavitud, los ricos presentan la propuesta como un gran favor realizado por generosidad.
Por otro lado un cuento que expresa bien la relación macro/micro es “El día que pasaron las naves”, en donde curiosamente la llegada de las naves no afecta para nada la vida de ese país, preocupado más bien por evitar un fraude electoral. Y eso me hizo pensar en cuánto afectará en realidad una elección a un nativo de la Amazonía. Supongo que nada, que él seguirá con su vida igual que siempre, sin pensar en qué lado de la frontera se encuentra pescando para su familia. Y es que en todos los niveles se comete el error de querer pensar por el otro. Es la soberbia que nos causa pertenecer a la civilización. En “Clase de Historia” los intelectuales de ese mundo hipertecnificado se convierten en marginales, dispuestos a todo por sobrevivir. En “La rueda del progreso”, poco importa al personaje principal si el supuesto progreso esconde la más terrible opresión. Sin embargo en “El agua”, el personaje principal, gracias a su hijo, comprende que quizá la solución para escapar de una espantosa realidad postapocalíptica no radica en esperar a un supuesto salvador externo, sino en confiar en nuestras capacidades y no olvidar nuestros conocimientos pasados. Así pues civilizado es quien sabe adaptarse a su entorno y sacarle partido y no quien pertenece al grupo de poder.
Otros dos cuentos que nos cuestiona profundamente el significado de la civilización son El refugio, en donde la utopía se transforma en una terrible decepción con matices racistas y La máscara del fin del mundo, la que inclusive nos plantea la posibilidad de no ser la inteligencia superior en la tierra. Este cuento nos presenta además un homenaje a Edgar Allan Poe.
El homenaje a escritores claves para Daniel Salvo es otra característica de este libro. Así pues “La máscara del fin del mundo” hace referencia directa a Poe, “El nombre no es lo importante” a Isaac Asimov, “Necronomicrón Peruvianis” a José Adolph y evidentemente a H.P. Lovecraft. Hay varios otros cuentos que hacen referencia, algunas veces inclusive directa, a Lovecraft hasta el punto de poder hablar de un universo lovecratiano en la obra de Daniel Salvo. Caen en esta categoría los cuentos: “El horror en la cueva”, “El profundo”, “La bestia olvidada por el tiempo”, “La hija del mar” y “La raza perdida”. Todos ellos parecieran salidos de las mejores pesadillas de Lovecraft. Sin embargo el primero nombrado (Necronomicrón Peruvianis) sobresale del grupo pues se trata además de un cuento con una buena dosis de humor. Y es que si bien la mayoría de los cuentos en este libro dejan una desagradable sensación de angustia luego de leerlos, no impide que algunos nos hagan más bien sonreír, aunque en ciertos casos es la sonrisa malévola de quien disfruta de la desgracia ajena. En “El Arca”, la absurda buena voluntad del rico se ve reforzada por una técnica cómica clásica como es la repetición. Y es que la oferta de salvar la vida se extiende también a los miembros de la familia aunque por motivos de espacio, ésta se limite a no más de tres persona, frase que se repite constantemente durante el cuento, provocando una sonrisa cada vez. En el cuento de viaje temporal “El escritor más famoso del mundo”, un hombre es asediado por sus futuros seguidores, hasta en lugares que él cree privados. “En la donación”, se critica veladamente la burocracia latinoamericana que es capaz de arreglar cualquier situación extraña con tal de poder embolsillarse donaciones hasta del mismo diablo (y esto dicho literalmente). Y en “El amante de Irene” y “La poción”, Daniel Salvo nos explica la diferencia entre sexo y género de formas tragicómicas.
Es sin embargo “Necromicrón Peruvianis” quien no solo sobresale por sus homenajes y bien utilizadas referencias, sino también por sus propuestas innovadoras. Cuando los escritores del Nouveau Roman trataron de convertir al narrador y a la obra en otros personajes más, solo lograron hacer novelas sin pies ni cabeza y soberanamente aburridas. Sin embargo Daniel Salvo no solo se convierte en personaje de su historia, sino que logra hacer que el libro entre también en ella.
Este es un libro que recomiendo calurosamente, les aseguro que no se arrepentirán. Daniel Salvo prueba que para ser un buen escritor hay que leer mucho y por otro lado demuestra que los años de experiencia cuentan.
PS. Querido Daniel, si tu versión del Necronomicrón no tiene sello K’oppi Ra Ikt, quizá una secta llamada K’Rehati Vet’K O’mmhons te pueda ayudar.