Judith Merril (Judith Josephine Grossman) nació en 1923 y falleció en 1997; este mes hubiera cumplido 91 años. Escritora, editora y activista política, militante literaria, fue una de las primeras mujeres en ser ámpliamente influyente en esos roles.
Aunque los primeros cuentos que logró vender eran sobre deportes, pronto se dedicó a la ciencia ficción. Sus casi cuatro décadas de infatigable trabajo en el género incluyen la escritura de novelas y cuentos y la edición de gran cantidad de antologías, por las que recibió gran reconocimiento. Pero su mayor aporte fue (es) el establecimiento de altos estándares de calidad en la elaboración de las historias, la idea de que la CF no tiene por qué mantenerse fuera de la corriente principal de la mejor literatura.
Merril nació en Boston, U.S.A., pero cuando era niña se mudó a Nueva York con su madre Ethel, luego del suicidio de su padre. Ethel Grossman había sido una sufragista, fue una de las fundadoras de la organización sionista de mujeres Hadassah, y Merril siguió su modelo de lucha de orientación sionista y marxista desde la adolescencia. En 1939, cuando se graduó de la secundaria, el pacto Hitler-Stalin la hizo cambiar a una perspectiva trotskista.
En 1940, a los 17 años, se casó con Dan Zissman, a quien había conocido menos de 4 meses antes en un picnic trokista del 4 de Julio en el Central Park. Su hija Merril Zissman nació en diciembre de 1942.
Durante este período, también se convirtió en una de las pocas mujeres miembros de los Futurians, organización con sede en Nueva York de escritores, editores, artistas y fans de ciencia ficción. Organización que incluía a Frederik Pohl, con quien Merril se casaría más tarde, y a Cyril M. Kornbluth, con quien ambos escribirían recordadas novelas (entre otras: “Mercaderes del espacio”, Pohl; “Hijo de Marte”, ella).
En esa época, Judith toma el nombre de su hija como apellido y comienza a usar el seudónimo con el que se la conocerá hasta hasta hoy.
Su primera novela, “Sombras en el hogar” (Shadow on the Hearth, 1951), recibe excelentes críticas, que la comparaban con “La tierra permanece”, de George R. Stewart. Como la novela de Stewart, es una historia de sobrevivencia postapocalíptica, con un planteo muy de guerra fría: han caído bombas nucleares sobre algunas grandes ciudades, el gobierno civil ha sido reemplazado por un comité de crisis, pero la novela no se enfoca en asuntos de alta política internacional, sino en los esfuerzos de una mujer que vive en los suburbios y lucha día a día para sobrevivir junto a sus dos hijas en ese nuevo escenario donde aquello de “pueblo chico, infierno grande” toma una dimensión tremenda.
Su cuento “Punto Muerto” es uno de sólo dos relatos tomados de cualquier revista de ciencia ficción o fantasía para los Best American Short Stories, volúmenes editados en la década de 1950.
Les recomiendo ampliamente su cuento “Sólo una madre” (That only a mother), incluida en “Mujeres y maravillas” (Woman of wonder, 1977) publicado por Bruguera, extraordinaria antología compilada por Pamela Sargent sobre la CF escrita por mujeres.
En este relato también está presente el temor a los peligros postatómicos: cuenta la historia de una mujer que está llevando a término un embarazo delicado en un mundo casi dominado por la esterilidad, todo narrado mediante las cartas que le envía a su esposo de viaje en el extranjero. Un cuento terrible.
En 1950, año en que nació su segundo hijo, Ann, Merril comenzó a editar sus célebres antologías de cuentos de ciencia ficción, sobre todo sus populares “Mejor del Año” que publicó ininterrumpidamente desde 1956 hasta 1967; la última se publicó en 1985.
En sus presentaciones editoriales, charlas y otros escritos, argumentó activamente que la ciencia ficción ya no debía ser aislada, sino formar parte de la corriente principal de la literatura.
Obtuvo gran prestigio por su trabajo como antóloga y editora, ya que tomó la iniciativa en la promoción de normas literarias más altas y un mayor sentido de la profesionalidad en el campo, especialmente mediante la creación de una serie de conferencias anuales de escritores en Milford, Pensilvania, donde ella vivía entonces. Los manuscritos eran trabajados en estas reuniones, alentando mayor cuidado en la planificación de las historias, promoviendo un sentido de solidaridad, que llevó eventualmente a la formación de la Asociación de Escritores de Ciencia Ficción (hoy la SFWA).
Hubo por supuesto autores descontentos que comenzaron a quejarse de que la “Mafia de Milford” estaba poniendo en peligro las virtudes únicas de CF al imponer normas literarias esencialmente ajenas al campo. Una pavada importante, por supuesto; pero en todos lados se cuecen habas.
A principio de la década de 1960, cuando se casó por tercera vez, Merril comenzó un proyecto bajo contrato con Lion Books en Chicago que no fructificó, pero que inspiró a su editor Harlan Ellison (¿les suena?) para llevar adelante con su propia versión del proyecto. Así surgió “Visiones Peligrosas” (Doubleday, 1967).
Como iniciadora de la nueva ola del movimiento, en 1968 Merril editó la antología “Inglaterra Swings SF”; seleccionó las historias mientras vivía en Inglaterra, durante un año a fines de los ´60.
Luego se mudaría a Canadá en protesta por la censura y persecución política del gobierno de USA a los que se oponían a la guerra. Se convertiría en ciudadana en 1976.
Allí fue residente fundadora de Rochdale Colegio, un experimento en la educación dirigida por el estudiante y la vida cooperativa, una parte muy importante del zeitgeist de la época. En Rochdale, ella era la “persona responsable en escritura y publicación” con su extensa colección personal de libros y manuscritos inéditos.
En 1970, Merril propuso a la Biblioteca Pública de Toronto reunir toda la ciencia ficción publicada en Inglés y donó todos sus libros y revistas a la biblioteca, que estableció el “Spaced Out Library”.
Desde 1978 hasta 1981 Merril presentó las emisiones canadienses de Doctor Who. Como el “Undoctor”, Merril hacía presentaciones cortas (3-7 minutos) con comentarios filosóficos sobre temas de la serie.
Merril fue una activa organizadora y promotora de la ciencia ficción en Canadá. Por ejemplo, fundó la red Hydra Norte de escritores. En 1985 puso en marcha y editó el primer número de “Tesseract”, la primera antología de ciencia ficción canadiense, que ayudó a definir una versión particularmente canadiense de escribir ciencia ficción.
A principios de la década de 1980, Merril donó a los Archivos Nacionales de Canadá su voluminosa colección de la correspondencia, manuscritos inéditos y materiales de ciencia ficción en japonés. Esto se convirtió en los Archivos Nacionales “Judith Merril Fonds.”
Desde mediados de la década de 1970 hasta su muerte, Merril pasó mucho tiempo en el movimiento por la paz de Canadá, también se mantuvo activa en el mundo de la CF como comentarista y mentora.
Su vida de trabajo fue premiada por el Festival Internacional de Autores en el Harbourfront Centre, Toronto. La SFWA la nombró Autor Emérito en 1997 y se convirtió en miembro del Salón de la fama de la Ciencia Ficción y la Fantasía en 2013.
Pasó mucho tiempo trabajando en sus memorias. Su nieta Emily Pohl-Weary, hija de Ann, es escritora de ciencia-ficción y literatura juvenil, y fue co-autora de la biografía póstuma de Merril, mediante el acceso a sus borradores, notas y cartas.
Cuando Judith vio que se acercaba su muerte, dejó una considerable suma de dinero para celebrar una fiesta de celebración/memorial en el Bamboo Club de Toronto, incluso preparó una lista detallada de quién debía llamar a quien, cuando finalmente muriera.