La Ciudad del Olvido, de Hermann Gil Robles

“Si algunas vez consumieron Experiencias Vívidas, se dieron cuenta qué es lo bello; con Art Viu sabrán qué es lo sublime […] “Art Viu, De lo Bello a lo Sublime” La nueva droga de recreación,  diseñada por Dreamshot”. De esta manera se publicita  (como suelen hacerlo los grandes emporios industriales actualmente en los medios masivos de comunicación) un sistema alucinógeno, un producto comercial que invita a las masas una evasión de grandes vuelos, de experiencias lúcidas y asombrosas, para dejar de lado la pasmosa realidad de nuestro asfixiante mundo.” De esto trata la novela “La Ciudad del Olvido” del escritor Hermann Gil Robles.

Cabe destacar que en 2003,  cincuenta renombrados científicos fueron reunidos por el gobierno británico para que respondan a la pregunta ¿Cómo va a ser el mundo de las drogas en 2025? La respuesta fue perturbadora, vieron una Gran Bretaña en 2025 llena de drogas inteligentes ayudando a las personas a relajarse, aprender, pensar, dormir o simplemente olvidar.  Una droga, por cierto,  similar a la descrita por el escritor Aldous Huxley en su icónica obra “Un mundo feliz”.  Hermann Gil Robles, por su parte, nos presenta una propuesta oscura e inquietante: “el producto ayuda a la construcción de la identidad […] Mejora la percepción que le da sentido a la vida. Esto ayuda al control de enfermedades como la depresión, el trastorno obsesivo compulsivo […] la ansiedad, entre otros.”

El transhumanista Zoltan Isvan, afirma que a medida que la ciencia conozca el funcionamiento de nuestro cerebro, la misma ciencia podía generar mecanismos para estimular las zonas ligadas al placer (mediante la descarga de opiodes o dopamina), la memoria y la cognición, incluso estimular las áreas relacionadas a las experiencias religiosas.

Herman Gil Robles, es un escritor mexicano nacido en Culiacán, Sinaloa, pero radicado en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, tiene publicados los libros (todos de ciencia ficción): “No hay buen puerto” (2004), “Fuera de la memoria” (2011) y “Los sueños de los últimos días” (2012) muy relacionada con su más reciente novela “La Ciudad del Olvido” (2017), ganadora del Premio Binacional de Novela Joven Frontera de Palabras / Border of Words 2016 convocada por la Secretaría de Cultura, a través de la Dirección Nacional de Publicaciones, Programa Cultural Tierra Adentro, y el Centro Cultural Tijuana. En esta nueva travesía nos revela una nueva versión de un estupefaciente sintético capaz de hacernos tejer y cristalizar nuestros más audaces imaginarios, así como también los más oscuros recuerdos:

“Sí has construido castillos en el aire, nosotros le ponemos cimientos. Haz que tu trabajo no se pierda. […] las malditas voces que ya están aquí y claman desde el olvido […] duda y maldice mientras exprime la memoria para recordar […]  y regresar cubierto del hedor de los recuerdos”.

Estamos ante una tecnología aplicada al servicio de las fantasías, al servicio de nuevas formas de codependencia. Como bien lo vaticinó Marc Goodman en su libro “Los delitos del futuro”: “Ya no se necesitan miles de hectáreas para cultivar adormideras verdes y coca que pueden detectar con facilidad los equipos de vigilancia aéreos.” (En la actualidad se han identificado 120 plantas alucinógenas)

La ciencia ficción nos ha presentado las grandes y siniestras capacidades de los narcóticos, Anthony Burgess en La Naranja mecánica, apreciamos como la mezcla de leche con drogas artificiales llamadas “vellocet”, “synthemesc” y “drencrom”  genera reacciones de extrema violencia en sus adictos consumidores. Frank Herbert en Dune, se nos muestra al planeta Arrakis, único en la producción de la especia (Spice Malange), que incrementa la vida y la vitalidad y en algunos casos incide en el desarrollo de la telepatía y la presciencia; sin embargo tiene un efecto secundario transforma el blanco de los ojos en un azul eléctrico.

En la Ciudad del Olvido, el alucinógeno inteligente va arrancar la esencia de los grandes creativos de la humanidad, sus genialidades, pero también va por sus demonios:“Art Viu es una extensión de los artistas, de sus obras, es una puerta a su mundo, a su memoria […] el proyecto consta de seleccionar un grupo de […] escritores, pintores […] poetas […] reunir todos los datos posibles […] y vaciar toda esta información en un solo compendio, una matriz […] se carga en nanobots, que llevan esa información hasta insertarla en la memoria […] del consumidor”.

¿Será así de tenebroso el futuro realmente, o estamos ante un feroz ventarrón de fantasía? Científicos de Sudáfrica del Consejo de Investigación Científica e Industrial (CSIR por sus siglas en inglés) han logrado incorporar medicamentos en nanopartículas que no pueden ver al ojo humano, en el combate contra la tuberculosis: “Los glóbulos blancos agarran las nanopartículas porque parecen objetos extraños y las transportan eficazmente a través del organismo mientras van liberando su carga.  Esas nanopartículas tienen propiedades superiores de absorción en el intestino delgado, lo que mejora la biodisponibilidad y la absorción en la circulación”, explica Hulda Swai, la científica principal de dicho centro.

En la obra de Hermann Gil Robles, la nanotecnología es de hecho, el instrumento para generar experiencias más allá de la belleza, su objetivo es la experiencia sublime: “la nanotecnología inorgánica ha migrado a la tecnología orgánica […] hemos hecho grandes avances dentro de la psicofarmacología. La vida son palabras, son información. Y si se ordenan y seleccionan adecuadamente […] pueden crear mundos fantásticos. […] Kant dijo que a lo sublime lo acompaña el terror (sublime terrorífico), la melancolía, el asombro, la belleza extendida. […] Generamos la capacidad para simular, modelar y codificar ambientes, situaciones y personalidades. – Los filólogos psicosociales […] la programación ciberbiológica”.

El lector encontrará en la páginas de la novela de Hermann Gil Robles un laberinto de conflictos, intrigas, inmersos en un ambiente sórdidamente oscuro, y en más de una ocasión nos vuelca en una prosa poética envuelta en un halo de tragedia y abandono, en la que también toman parte criaturas que recuerdan los imaginarios de H.P. Lovecraft, el negocio y el desarrollo sofisticado de la narcodependencia, es una opción que se levanta como una pesadilla, sin embargo, parece ser una de las rutas viables de la perversa industria de los laboratorios de la droga en la realidad,  dirigiéndose sin miramiento hacia nuestro futuro. No importando si se arranca el dinero, la salud, la psique o la vida del adicto consumidor.

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