En el proceso de estudio y elaboración de una antología de ciencia ficción de autores de Nuevo León, un buen amigo, Aldo Sánchez, me recomendó un nombre pionero en ése campo; al buscar su historia, en diversos medios, descubro un gran titán surgiendo ante mis ojos. Empezó como un destacado poeta en Nuevo León, luego se convertiría en un legendario comunicador y forjador de la radio locución en México: Ramiro Garza.
Al ponerme en contacto con él, para solicitarle su colaboración en la antología, recibí su invitación para visitarlo en una casa del centro de Monterrey, ahí conocí a su encantadora esposa, la poeta Carmen Alardín (en Nuevo León, un importante premio de poesía lleva su nombre), Ramiro me obsequió un ejemplar de 1966 de su libro “El Quinto Reino, 13 relatos de la dimensión “n”” considerado por el laureado poeta mexicana Juan José Arreola como el primer libro de relatos de ciencia ficción en México. Actualmente dicho ejemplar lo tiene en custodia el reconocido investigador de la ciencia ficción mexicana Miguel Ángel Fernández Delgado, curador de ciencia ficción hispana de la Universidad del Sur de Florida.
Al publicarse la antología de ciencia ficción de Nuevo León “Mundos Remotos y Cielos Infinitos” por la Universidad Autónoma de Nuevo León en 2012, la literatura de ciencia ficción en nuestra localidad dejó de ser un género en estado de coma para volver abrir sus ojos. La misma universidad re editaría El Quinto Reino al año siguiente y se presentó en la Capilla Alfonsina en la feria del libro “UANLeer 2013”, en ese evento entregué a Ramiro Garza un reconocimiento guardado dos años, firmado por los integrantes del Círculo de Lectura de Ciencia Ficción Contemporánea (fundadores del hoy Grupo Hiperespacio) pues esperábamos contar con su presencia en el primer encuentro de escritores de ciencia ficción de Nuevo León en 2011, y que por causas de fuerza mayor no pudo asistir.
Ramiro Garza quedó muy conmovido por el reconocimiento y dijo:
“Muchas gracias, esto me comprueba a mí en lo personal y le comprueba a todos los que escriben ilusionados o todos los que se ilusionan por trasmitir algún sueño, que la humanidad es algo más que un buen negocio, es algo más que la protesta política y renegar de quienes no saben ni cómo gobernar, en realidad el sueño es la única salida que puede darnos otra realidad”.
Y agregó:
“Ablandándome un poco quizá, y sin hacer más que mente-ficción, creo yo que un millón de sueños concentrados, pueden producir un miligramo de realidad, pero con ése miligramo, el miligramo fabuloso que diría Juan José Arreola, se avanzan muchos kilómetros sobre la tierra y más kilómetros sobre el espacio de la mente humana. Hay que seguir batallando por la cultura, no por una cultura libresca que presuma de recordar cuándo nació Lope de Vega y cuántos versos escribió, tampoco una cultura que diga agresivamente ignorantes a todos, no, la cultura es el cultivo de la sensibilidad que cada uno tenemos dentro cuando nacemos. Y es asombroso ver, pónganse a platicar ustedes con los niños actuales, cómo han avanzado, claro, gracias a la televisión y a todo lo que ustedes quieran, pero razonan rápidamente, y tienen ocurrencias e inocencia verdaderamente efectivas, hay que retornar a las bases de esa imaginación que hizo de la humanidad lo que es: una aventura verdaderamente preciosa, y una aventura que fortifica a quienes todavía creen en la bondad, en la nobleza y en los valores que tiene el ser humano y que siempre se pueden desarrollar, a pesar de los todos los pesares y a pasar de todas la intenciones”.
También sobre la ciencia ficción comentó lo siguiente:
“Yo creo que escribir ciencia ficción no solamente es hablar de platillos voladores, y de grandes conquistas del espacio y otras razas que andan por ahí en el universo, también es importante la ciencia ficción para meditar, reflexionar y subrayar que la naturaleza humana, siendo la misma, puede tener en alguna ocasión, una salida, la única salida que es posible: la imaginación. Yo les digo una cosa, a través de los cincuenta años que he trabajado en radio, y que trabajando por aquí escribiendo textos, me convencí de una cosa, todo empieza con un sueño ¡nos hemos olvidado de soñar! Soñar en lo imposible, positivo, y soñar en lo que beneficie a todos, llega un momento en que puede hacerse realidad, pude comprometer a nuestro alrededor a que se realice una realidad que beneficie a todos. No muere la esperanza, decía el refrán, hasta después de tres días de que muere el hombre, la esperanza de que Monterrey sea algún día la capital de la poesía, la capital del teatro, la capital del verdadero periodismo y la capital de la imaginación que necesitamos para superarnos, no ha desaparecido, yo creo en ustedes, y cada uno ustedes puede aportar un grano de arena para seguir edificando lo que puede ser el buen futuro de México. Todos ustedes pueden colaborar, leyendo, conversando, discutiendo, investigando, promoviendo, despertando inquietudes en los niños, en los jóvenes, en las gentes que quieran, por la verdadera cultura, que es una forma de progresar. Para mí la verdadera cultura ya por último, quiero decirles, significa la reflexión profunda de lo que es el valor ético, y el valor estético, y el valor humano, de todo lo que signifique superación y de todo lo que signifique nobleza y solidaridad entre todos”.