La ciencia ficción y la ciencia contra la inquisición

Giordano Bruno
Giordano Bruno

*México es un abanico de tradiciones, muchas datan de la época prehispánica antes de la llegada de los españoles, en un mundo gobernado por exóticos dioses y cobijado por la magia y los llamados chamanes, una combinación de curanderos, videntes y psicólogos autóctonos quienes según algunos historiadores desde la época de los Toltecas éstos “hombres de sabiduría” cultivaron un especie de “linaje” donde sus conocimientos eran trasmitidos de generación en generación.

La “ciencia” si bien sus reglas René Descartes las pavimentó en 1637 en su obra “Discours de la méthode”, los dueños del conocimiento y la protociencia eran precisamente los chamanes y sacerdotes desde hace miles de años antes de cristo, los íconos de sus conocimientos e ingenierías las podemos ver en las colosales pirámides de Egipto de hace más de 4000 años, en la máquina griega de Antiquitera, una antigua especie de computadora para predecir eclipses de 2000 años de antigüedad y de ese tiempo se tiene constancia de los sorprendentes ingenios de vapor, neumática y autómatas (los primeros robots) del matemático e ingeniero helenista Herón de Alejandría.

Regresando a México, tanto los aztecas como los mayas desarrollaron una astronomía y astrología con matemáticas y un gran acervo de conocimientos hoy prácticamente perdidos, aunque hay esfuerzos importantes en tratar de rescatar y descifrar sus pocos vestigios.

En 1742 llega a la provincia de Yucatán Fray Manuel Antonio de Rivas un personaje de gran formación filosófica, humanista y científica, estudioso de la obra de Sir Isaac Newton y en su activismo de denuncia de las inmoralidades de sus hermanos de religión, es investigado y arraigado en 1773 por el Tribunal del Santo Oficio.

Y es ahí, en su cautiverio, donde escribe la primera obra literaria de ciencia ficción en México conocida como “Sizigias y cuadraturas lunares”, su nombre original es largo: “Sizigias y cuadraturas lunares ajustadas al meridiano de Mérida de Yucatán por un anctítona o habitador de la Luna, y dirigidas al Bachiller Don Ambrosio de Echeverría, entonador que ha sido de kyries funerales en la parroquia del Jesús de dicha Ciudad, y al presente profesor de logarítmica en el pueblo de Mama de la Península de Yucatán, para el año del Señor de 1775”.

El historiador Pablo González Casanova fue quien da a conocer al México moderno el enigmático cuento en su libro “La literatura perseguida en la Crisis de la Colonia”.

En el cuento Sizigias se describe el viaje a la luna de un científico newtoniano llamado Onésimo Dutalon con una máquina volante, y el encuentro con sus extraños habitantes llamados los anctítonas. El 14 de julio de 1777 un fallo salva a Fray Manuel Antonio de Rivas: Sizigias no atenta a la doctrina.

Su salvación nos recuerda los duros y malos momentos sufridos por el matemático y astrónomo Johannes Kepler, en 1623, escribe en latín una obra de proto ciencia ficción llamada “Somnium sive Astronomia lunaris Joannis Kepleri” (El Sueño o Astronomía de la Luna de Johannes Kepler)  donde se narra la historia del joven Duracotus y su madre Fiolxhilda (madre de Johannes Kepler) quien mediante un conjuro mágico los hace viajar a la luna. Ese hecho hace provoca un escándalo en la supersticiosa gente, no se hace esperar la denuncia por brujería a la madre de Kepler, la inquisición la arresta y cerca estuvo de morir bajo tortura.

La Inquisición no sólo ha perseguido a escritores, también a hombres de ciencia, de todos es conocido la suerte de Galileo Galilei de evitar la muerte en su acusación de 1604 por sus observaciones astronómicas contrarias a las ideas de la iglesia.

Sin embargo “La Santa” Inquisición logró tener para sí a su víctima. Se adjudicaría una victoria contra una mente de ciencia. El astrónomo, filósofo y poeta Giordano Bruno no tendría suerte como sus colegas antes mencionados, su idea de la pluralidad de mundos habitados, en donde planteó la idea de vida extraterrestre inteligente en otros planetas como el nuestro, con sus propios soles y satélites. Así, bajo las llamas y el humo del indolente dogmatismo de la religión de estado, el 17 de Febrero de 1600 Giordano Bruno moría quemado en la hoguera.

*(Ed. Note:  Galaviz’ article was prevented from appearing yesterday due to technical difficulties;  his feature regularly appears on the 2nd Tuesday of each month.)

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