FILOFICCIÓN 3 POR SOPHIE CANAL: “Cosmo-tecnología indígena”: un camino hacia la ficción especulativa y la sostenibilidad

La ciencia ficción siempre ha sido un puente entre lo real y lo imaginado, entre lo que conocemos y lo que deseamos o tememos. Pero, ¿qué pasaría si miráramos hacia el pasado para inspirar un futuro de coexistencia? Hoy, quiero invitar a nuestros lectores a explorar la idea de una “cosmo-tecnología indígena”, una visión que podría enriquecer la ficción especulativa y ofrecernos una alternativa a las narrativas convencionales sobre el avance tecnológico.

Para muchas culturas indígenas, el mundo no es solo un recurso; es un cosmos vivo, interdependiente, donde los seres humanos, los animales, las plantas y los espíritus conviven en un tejido complejo de relaciones. La tecnología indígena, o lo que algunos académicos llaman “tecnología ancestral”, no busca dominar la naturaleza, sino colaborar con ella. Este enfoque biocéntrico y holístico está lleno de sabiduría y prácticas sostenibles que desafían el paradigma occidental de explotación y consumo.
En este sentido, el pensador indígena brasileño Ailton Krenak (Futuro ancestral, São Paulo, Companhia das Letras, 2022, p.73-909) propone la noción de “futuro ancestral”, una idea que nos invita a concebir el futuro no como una ruptura con el pasado, sino como una continuación viva de él. Este “futuro ancestral” representa un futuro en el que las prácticas y conocimientos de nuestros antepasados se integran en nuestra vida moderna, permitiéndonos coexistir con el entorno en armonía. Para Krenak, esta es la manera de preservar no solo nuestro entorno natural, sino también nuestra humanidad misma. La “cosmo-tecnología indígena” es, en esencia, una encarnación de este futuro ancestral: un enfoque de la técnica que no busca subyugar a la naturaleza, sino vivir en simbiosis con ella.

Ortega y Gasset describió al ser humano como una especie única en su relación con la técnica, un rasgo que nos diferencia de otros animales. Mientras que estos últimos deben adaptarse y someterse a su entorno para sobrevivir, el ser humano tiene la capacidad de adaptar el mundo a sus propias necesidades, deseos y sueños mediante la técnica. Pero ¿qué ocurre cuando una técnica no se concibe sólo para transformar el entorno, sino también para coexistir en equilibrio con él?
Aunque están estrechamente relacionadas, cabe subrayar la diferencia entre la técnica y la tecnología. La técnica se refiere a los métodos, procedimientos y habilidades que se utilizan para realizar una tarea específica. Es un conocimiento práctico que se transmite de generación en generación y puede ser aprendido a través de la práctica y la experiencia. Por ejemplo, la técnica de tejer, la técnica de cultivo en terrazas, o la técnica de la cerámica.  La tecnología, por otro lado, es la aplicación de conocimientos científicos y técnicos para resolver problemas prácticos y mejorar la vida cotidiana. La tecnología implica el uso de herramientas, máquinas y sistemas que se desarrollan a partir de avances científicos. Por ejemplo, la tecnología de la información, la tecnología médica, o la tecnología de la construcción.
Siguiendo aquellas definiciones, sí se podría hablar de tecnología ancestral. Este término se refiere a las herramientas, métodos y conocimientos desarrollados por culturas antiguas para resolver problemas y mejorar su calidad de vida. Aunque estas tecnologías no se basaban en la ciencia moderna, eran altamente efectivas y sostenibles, adaptadas a los entornos y necesidades específicas de cada cultura.

Los yanomami de la Amazonía,  por ejemplo, experimentan la selva amazónica no como un simple espacio físico, sino como un cosmos habitado por los xapiripë o espíritus. En sus rituales y a través de ornamentos especiales, los chamanes se conectan con estos espíritus, experimentando una visión transformada del mundo, donde la selva es percibida como un ser vivo e interdependiente. Esta visión no es solo una creencia cultural; es también un compromiso ético y político de defensa de la selva, una “cosmo-política”, como la llama el filósofo Julien Pallotta (Julien Pallotta, « Cosmo-estética e cosmo-política indígena. A partir do caso yanomami », Revista latino-americana do Colégio internacional de filosofia (https://revistalatinoamericana-ciph.org/) (por parecer en diciembre 2024)), que impulsa la conservación del ecosistema frente a las amenazas de la explotación industrial. Imaginen una ciencia ficción que tome estos principios y los lleve a futuros distantes o a planetas imaginarios, donde la supervivencia depende de comprender y respetar los ecosistemas locales. Este concepto de “cosmo-tecnología” podría inspirar narrativas que exploran futuros de respeto y equilibrio, donde

tecnología y naturaleza coexistan en armonía. Tomemos el ejemplo de la agricultura en terrazas utilizada por los incas: un sistema en el que las montañas mismas se convirtieron en aliadas de la producción de alimentos, previniendo la erosión del suelo y permitiendo un uso eficiente del agua.

O la medicina tradicional, en la que muchas culturas indígenas desarrollaron un profundo conocimiento de plantas medicinales para tratar enfermedades, basándose en un respeto y comprensión profunda de la biodiversidad de su entorno. ¿Y si nuestros relatos futuristas mostraran una tecnología que no solo facilita la vida cotidiana, sino que respeta y fomenta la biodiversidad y la sostenibilidad?

El movimiento solarpunk, surgido en 2008 con el blog Republic of the Bees, imaginó un futuro donde la tecnología y la naturaleza coexisten en armonía, como una alternativa esperanzadora a los mundos distópicos del cyberpunk. Inspirado en la estética del steampunk y en valores de sostenibilidad, el solarpunk defiende el uso de energías renovables y tecnologías de bajo impacto para construir sociedades más justas y respetuosas del medio ambiente. Las ciudades solarpunk son espacios autosuficientes, con jardines verticales, transporte público eficiente, y edificios que generan su propia energía.Este género ha cobrado vida a través de antologías como Solarpunk: Histórias ecológicas e fantásticas em um mundo sustentável (2012), publicada en Brasil, y Sunvault: Stories of Solarpunk and Eco-Speculation, que presentan relatos donde la tecnología es una aliada del planeta, no su enemiga. En estos relatos, encontramos ciudades verdes, biotecnologías que promueven la sostenibilidad, y una infraestructura urbana diseñada para integrarse con la naturaleza, en lugar de destruirla.
A diferencia de muchas narrativas de ciencia ficción occidental, donde la tecnología suele reflejar una visión antropocéntrica de control sobre la naturaleza, la “cosmo-tecnología indígena” sugiere un cambio de paradigma: imaginar un futuro donde el desarrollo tecnológico está profundamente conectado con el respeto al entorno natural y no solo con el beneficio humano.
En Amazing Stories, hemos explorado múltiples futuros, pero aún queda un vasto territorio en la intersección entre la tecnología y el respeto por el ecosistema. Así que les hago una invitación: que nuestros próximos mundos especulativos estén habitados por una cosmo-tecnología que inspire tanto a nuestros héroes como a nuestros lectores. Que cada invención que imaginemos sea, también, un recordatorio de que un futuro más respetuoso, colaborativo y armónico, un verdadero futuro ancestral, es posible.