Madre Macabra. Nuevas Maneras de Pensar lo Femenino: Madre Monstruo

Los monstruos encarnan lo desconocido o lo diferente, pueden representar aspectos oscuros de la psique humana, como el miedo, la ira, el trauma o la culpa. El monstruo, en la literatura, es una figura rica y compleja que ha evolucionado a lo largo del tiempo, simboliza diversos miedos, deseos y conflictos humanos. A través de la figura del monstruo, la literatura puede criticar normas sociales y estructuras de poder.
Los monstruos a menudo sufren transformaciones, reflejan luchas de identidad o pueden ser vistos como figuras de empatía y vulnerabilidad, desafiando las nociones tradicionales de la monstruosidad. Se adapta a los miedos modernos, al contexto cultural e histórico.
En la literatura fantástica, el monstruo es una figura multifacética que permite explorar la condición humana, cuestionar normas sociales y representar las luchas internas y externas de los personajes. En este contexto, no solo representan seres físicos sino también metáforas de inquietudes sociales, psicológicas y culturales.

La monstruosidad materna, en la narrativa fantástica, hace referencia a la representación de figuras maternas que son percibidas de una manera distorsionada o amenazante. Este tema explora las tensiones entre el ideal de la madre como cuidadora y la realidad de la experiencia materna, a menudo abordando miedos, ansiedades y la pérdida de identidad. Refleja las complejidades y las luchas de las mujeres en sus roles maternales, cuestionando las expectativas sociales y explorando los lados oscuros de la maternidad. Explora la dualidad de la figura materna tanto como fuente de vida como potencial fuente de dolor.

La monstruosidad materna es un concepto literario que explora la figura de la madre en su faceta más oscura, desafiando el ideal tradicional de la maternidad, desde la crueldad hasta la sobreprotección extrema, ya sea por su comportamiento, decisiones o la relación que tienen con sus hijos o nietos, ya que las abuelas también han sido tomadas, aunque en menor número, dentro de este grupo como una doble expresión de madre.
Muchas veces, estas madres son retratadas como figuras opresivas que limitan la libertad de sus hijos, simbolizando el conflicto entre el deber materno y el deseo individual.

Las historias que incluyen a madres monstruosas, muchas veces abordan el sufrimiento personal y el trauma. Esto puede ser el resultado de experiencias pasadas que las llevan a actuar de manera destructiva hacia sí mismas, hacia sus hijos o brindarles un cuidado extremo. En el contexto peruano, se puede ejemplificar en algunos textos:
“Siento entonces un silbido que viene de arriba, levanto la cara y veo unos colmillos llenos de sangre que cubren una sonrisa violenta y áspera en la cara de mi abuela. En una mano tiene el machete más grande que he visto en mi vida. En la otra mano tiene un montón de pelo del que cuelga una cabeza llena de cortes y escarchas de sangre. Es la cabeza del leñador, del cazador, del carnicero, del lobo”. (Qespi, 2014: 163)

La monstruosidad materna también puede servir como una crítica a las expectativas impuestas sobre las mujeres y sus roles en la sociedad, cuestionando la idealización de la maternidad. Las mujeres que no se ajustan al ideal de ser madre, como aquellas que eligen no serlo o que son consideradas malas madres, son a menudo vilipendiadas y demonizadas. Un ejemplo peruano de ello:
“—Nunca quise ser madre, mucho menos tener entre mis brazos a ese ser amorfo —le dije apenas susurrando.
—¡Ni los perros desprecian a sus crías! ¡Muérete, desgraciada! —Aquellas fueron sus últimas palabras, mientras cruzaba el umbral de la puerta. En ese instante, cesaron los gritos estridentes.
…Su asqueroso corazón dejó de latir. Me sentí libre”. (Ramos, 2024: 84)

Muchas obras reflejan a la madre como un ser complejo, que puede ser tanto cuidadora como opresora. Estas representaciones cuestionan los roles de la mujer y la expectativa del sacrificio maternal. En “Como agua para chocolate”, de la autora mexicana Laura Esquivel, por ejemplo, la figura de Mamá Elena representa una maternidad opresiva y autoritaria. La relación entre la madre y sus hijas destaca la idea de la maternidad como una fuerza que puede ser tanto nutritiva como destructiva. En el mismo contexto de destrucción, podríamos exponer un ejemplo peruano:

“… mi madre me acomodó en sus brazos, inclinándome hacia el ataúd, hacia el rostro plomizo y huesudo de mi bisabuela, volteé la cara para no acercarme más, pero una de mis tías, ayudando a mi madre, me tomó del mentón dirigiéndolo hacia el frente. Mis labios tocaron la boca fría y seca, esta vez, de la autora de mis pesadillas nocturnas.
Como en cámara lenta, la sensación de aquel beso duró segundos. Olí su boca muerta, vi, casi tocándolos, sus ojos hundidos y sin vida, mi piel lozana y tersa rozó la suya, ajada y seca. El olor de las velas y el formol llenó mis sentidos, asfixiándome”. (Huerta, 2024: 37)

La literatura fantástica, en este aspecto de la monstruosidad materna, también explora las crisis socioeconómicas, mediante las cuales, las madres enfrentan situaciones extremas, donde se ven obligadas a tomar decisiones difíciles que pueden ser consideradas “monstruosas” por la sociedad, como la violencia o el abandono. En el cuento, “La madre del monstruo” del escritor ruso Máximo Gorki, podemos leer:
“Ella prestaba oídos a la gente y le mostraba a su hijo. Tenía éste unas piernas y unos bracitos en extremo cortos, como aletas de pez; la cabeza, hinchada como una bola, se sostenía a duras penas sobre el cuello delgaducho y endeble; el rostro estaba todo surcado de arrugas; tenía los ojos turbios y la boca hendida por una sonrisa inexpresiva.
Al mirarlo, las mujeres lloraban y los hombres se retiraban mohínos, con una mueca de desdén. La madre del monstruo se sentaba en el suelo, y ora bajaba la cabeza, ora la levantaba y miraba a todos, como preguntando algo que nadie podía comprender”.
Este tema es rico y diverso, refleja la complejidad de la experiencia femenina en contextos culturales específicos. La monstruosidad materna es un tema que invita a reflexionar sobre las complejidades de la maternidad, desafiando las nociones convencionales de lo que significa ser madre.

REFERENCIAS:
Qespi, R. (2014). Ultraviolentos. Antología del cuento sádico en el Perú. Lima. Editorial Altazor.
Ramos, K. (2024). Instinto bestial. Lima. Pandemonium Editorial.
Esquivel, L. (1990). Como agua para chocolate. Madrid. Mondadori.
Huerta, T. (2024). Mater Macabra. Lima. Pandemonium Editorial.
Gorki, M. (4 de febrero de 1912). La madre del monstruo. La Via

 

 

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3 Comments

  1. El personaje de la madre (abuela y otros personajes que cumplen con el rol maternal) implica expectativas sociales tan inconscientemente profundas en tu psique que nos resulta difícil–si no imposible–concebir otras representaciones de la madre. Y eso precisamente lo que hace que este personaje–como bien explicas en tu columna–que sea una monstruosidad más abyecta que otras, que genera más miedo que otras. Gracias por el recorrido de este motivo–la madre monstruosa–tan útil para tus lectores y más. Será interesante leer más sobre este motivo literario poco explorado en nuestras letras peruanas (quizá por el carácter de tabú que se asume).
    PS. ¡Gracias por la referencia a uno de los cuentos que me costó más escribir!

  2. Pocas son los autores peruanos que exploran la figura de la madre con la valentía que lo haces en tus relatos. Lo interesante es que, como bien explicas en tu artículo, abordas el tema valiéndote de la metáfora sin caer en la gratuidad que muchos hacen para usar lo grotesco.

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