El escritor ecuatoriano, Augusto Rodríguez, publicó recientemente la novela 5079: archivos secretos (Ediciones El viaje, 2016) en Guadalajara-México. Tiene en su haber publicaciones, entre poesía (El libro blanco), cuento (Los muertos siempre regresan; Del otro lado de la ventana), además de ser finalista del Premio Herralde de novela con El fin de la familia (2016).
5079: archivos secretos es su primera incursión en novela en el campo de la ciencia ficción, aunque tiene un texto dentro de este género en su cuentario Los muertos siempre regresan. El libro en cuestión, tal como su título lo expresa, es una recolección de archivos en dos partes: la una, transcripciones de grabaciones de bitácora, Melvin X. Thompson, comandante de la nave espacial XX15778 con dirección a Marte; la otra una colección de documentos encontrados, “archivos secretos”, pertenecientes al mencionado comandante.
La base: los archivos
La idea de los archivos me parece sugerente porque la novela se presenta como una recolección de documentos que incitan a pensar muchas cuestiones: a) archivos encontrados tras el probable fracaso de la misión del comandante Thompson; b) documentos que sirven como evidencias de que un grupo de humanos ha logrado escapar a la extinción, aunque su final todavía deje ciertas dudas sobre sus logros; c) papeles y grabaciones que muestran la psicología de un personaje autosuficiente, problematizado por cuestiones más bien de carácter existencial; d) pruebas de un pasado histórico de una cierta humanidad; e) materiales de trabajo para construir, desde la perspectiva del lector (como parte de la investigación) de una novela futura… Y así sucesivamente.
Alguna vez Ricardo Piglia, en una entrevista que le hiciera Carlos Dámaso Martínez (cuyo texto ahora forma parte del libro de Piglia, Crítica y ficción (Anagrama, 2001)), afirmaba que un “historiador es lo más parecido que conozco a un novelista. Los historiadores trabajan con el murmullo de la historia, sus materiales son un tejido de ficciones, de historias privadas, de relatos criminales, de estadísticas, y partes de victoria, de testamentos, de informes confidenciales, de cartas secretas, delaciones, documentos apócrifos” (p. 90). ¿Qué es lo que tenemos, en primer lugar, en el libro de Rodríguez? En efecto, una colección de informes, de registros, de papeles, etc., organizados de acuerdo a una cierta lógica, probablemente de alguien que descubre, en este caso el propio autor del libro, quien nos presenta tal información como si fuera un baúl de documentos abierto a nuestra lectura.
Hacer “historia”
Lo interesante es eso precisamente, un novelista, quizá invirtiendo la idea de Piglia, que hace las veces de “historiador”. Rodríguez en su novela de ciencia ficción nos coloca en un futuro lejano, el 5079, hipotético año en el que la Tierra finaliza su ciclo, se queda yerma, sin vida y abandonada por la humanidad, la cual ha migrado a diversas estrellas. Son los documentos encontrados en la misión a Marte, por alguna futura humanidad, pos-5079 que son presentados como testimonio de una humanidad aberrante del supuesto pasado. Esta humanidad, a pesar de haberse ido, de haber devastado el planeta Tierra, y haberse refugiado en Marte, incluso dejó (y el comandante Thompson es un testimonio de ello), a este planeta en condiciones invivibles dada el manejo irresponsable, como parte del afán guerrerista, de la energía nuclear.
De este modo, tenemos archivos secretos, poemas y 40 grabaciones según el texto de Rodríguez (p. 54). Es como si fuera el material que nos da la idea de la historia de la humanidad desde el siglo XX hasta ese futuro hipotético, además predicho por Baba Vanga (punto de partida puesto por Rodríguez para comprender el hilo autodestructor del ser humano). Esta “historia” (esta novela), supone una fuga, una colonia que pretende liberarse del pasado histórico, un grupo humano que convive un cierto periodo dentro de una nave (mientras viajan por el espacio exterior), un estado de conflicto existencial entre ellos, hasta el supuesto establecimiento como asentamiento humano. Acá hay un hilo narrativo que plantea la tesis de una emancipación. Un grupo humano migra por las incongruentes condiciones dadas en su lugar de nacimiento. Vendría a ser, por lo tanto, la historia de la migración.
La cuestión de la condición humana
Rodríguez nos pone en la situación de pensar en cómo nuestro hogar, nuestra casa, nuestro oikos (el planeta, de mismo modo que algún país), ha sido devastado y obliga a que muchos se vayan, sin volver la cabeza atrás. Pero, ¿qué es lo que lo arruina? Algunos trazos de los registros encontrados: “Los humanos durante siglos y milenios lo arrasaron con todo” (p. 12); “…los Estados Unidos, a China, Rusia, el G8 y …todos los países que dominaron el mundo” (p. 12); “El planeta Tierra está prácticamente destruido y está cerca de acabarse todo por culpa de los políticos” (p. 15); “La muerte por insomnio acabó con una gran parte de la humanidad” (p. 26); “Poco a poco la inteligencia artificial fue tomando el poder de pequeñas cosas hasta que se reveló al propio ser humano y lo superó” (p. 32); etc. La pregunta es por la condición humana. Es esa misma cuestión subyacente en La condición humana (Paidós, 2014) de Hannah Arendt: “pensar en lo que hacemos” (p. 33). En otras palabras, ¿por qué el ser humano quiere salir de este mundo, de irse, de “escapar de la prisión de la Tierra” (p. 30), de buscar desesperadamente la prolongación de su existencia? Pero no se trata de un escape simplemente, sino de un deseo de liberación de “la fatiga y de la molestia. [En otras palabras] del trabajo” (p. 32). ¿Qué es lo que hizo el ser humano para llegar a la autodestrucción, en el pensamiento de Rodríguez en su novela 5079: archivos secretos?
Lo que nos devela el escritor ecuatoriano, mediante los archivos encontrados, es que el deseo de transformar y dominar la naturaleza le ha llevado al ser humano a construirse, él mismo, una prisión. La paradoja de someter a la naturaleza, le muestra como un tirano, como alguien quien a costa de apropiarse también somete a quienes viven dentro del reino de lo natural (sean animales o seres humanos); y esto implica (si leemos los trazos anteriores), no solo en la devastación medioambiental, hoy muy sentida a nivel planetario, sino también en políticas ligadas al desarrollo del Capitalismo más salvaje, ese que es alentado por las nuevos imperios socio-económicos, cuyos funcionarios, los políticos, a escala planetaria, siguen con apurar con los procesos que deterioran la calidad de vida de los individuos y las sociedades más vulnerables. Dentro de este marco, lo que pone de manifiesto Rodríguez en su novela es que la vida sojuzgada por el trabajo “deteriorante” (para usar una expresión contrapuesta), ha producido el insomnio, acaso el punto de inflexión de una humanidad gastada, hecha zombi. De lo que escapan estos migrantes futuristas es de ese tipo de trabajo material e inmaterial (en su momento dominado por la máquina, por la inteligencia artificial) que somete, que se constituye en el marco esencial de todo totalitarismo en nombre del Capitalismo. En este sentido, Rodríguez parece dialogar con Arendt en su novela 5079: archivos secretos.
Entonces, una cuestión es la “historia” de la condición humana, en términos de Arendt, es decir, de lo que hace el ser humano para someterse y acabarse. Para hacerlo, la ficción de los archivos sirve para que podamos deconstruir esa mentalidad moderna occidental. Piglia nos dice en Crítica y ficción que “el archivo como modelo de relato, la tensión entre materiales diferentes que conviven anudados por un centro que justamente es lo que hay que reconstruir. Es una especie de novela policial al revés, están todos los datos, pero no se termina de saber cuál es el enigma que se puede descifrar. Por supuesto que los historiadores trabajan siempre con la ficción y la historia es la proliferación retrospectiva de los mundos posibles” (p. 90). La clave de 5079: archivos secretos es que una novela abierta, con capítulos o registros abiertos que pueden ser leídos desde cualquier entrada. Su sentido experimental (en cuanto a novela de ciencia ficción) conduce a que el lector sea en realidad quien haga la historia, es decir, se haga la pregunta sobre su propia condición de humanidad. En este sentido, lo que tiene ante sí es un archivo con pedazos de relatos y de recortes de papeles. Así, un relato habla de un comandante, genio de la ingeniería que escapa hacia Marte con una comunidad intercultural (pues los que le siguen pertenecen a varias “patrias”, si colegimos por sus nombres), quien además se va enamorando y tiene un bebé con una de las tripulantes, hasta llegar a instaurar la colonia. Otro relato es otros papeles secretos de la NASA que nunca fueron revelados pero que también marcaron el curso de la historia de la humanidad, tratando de no perturbarla. En este contexto, se dice que la llegada a la Luna fue un ardid publicitario, o que entre los seres humanos convivieron seres de otras galaxias y que se mostraron como otro tipo de “héroes” como futbolistas, poetas, escritores, etc.
El absurdo
Puesto que estamos dentro de la ficción, como lectores debemos creer las afirmaciones de los documentos encontrados (particularmente los de la segunda parte del libro, donde están, como ya se dijo, los recortes que tenía el comandante Thompson). Es precisamente la tensión entre los materiales distintos de los que nos habla Piglia, la que nos llevará a deconstruir y hacer versiones de la historia ficticia de la humanidad, de nuestras creencias y convicciones. A mí, en lo personal, el nudo más concreto es ese que se refiere a la causa de las migraciones contemporáneas-futuras o, mejor dicho, cómo quien pretende liberar a un pueblo, termina siendo olvidado y sus generaciones futuras frustradas no siguen su ejemplo emancipador. Si la colonia de Marte también se extingue es porque detrás de la condición humana hay todavía eso que Albert Camus decía en el apéndice dedicado a Franz Kafka en El mito de Sísifo (Alianza, 2006), el absurdo: “Hay en la condición humana, y este es el lugar común de todas las literaturas, una absurdidad fundamental al mismo tiempo que una grandeza implacable. Las dos coinciden, como es natural. Ambas se configuran, repitámoslo, en el divorcio ridículo que separa a nuestras intemperancias de alma de los goces perecederos del cuerpo. Lo absurdo es que sea el alma de ese cuerpo quien le sobrepase tan desmesuradamente. Quien quiera simbolizar esa absurdidad tendrá́ que darle vida mediante un juego de contrastes paralelos” (p. 180).
¿Acaso no es ese el enigma que se quiere descifrar en la novela de Rodríguez, en términos de Piglia? ¿La absurdidad? El gran escape de Thomson y la comunidad intercultural hacia una nueva casa, hacia un nuevo oikos, es, en realidad, hacia otro mundo posible yermo, devastado; se sale de un mundo que se destruye a otro destruido; se va de un mundo irreflexivo a otro donde se necesita comenzar de nuevo: los archivos son los documentos para reflexionar, para pensar sobre la condición humana.
Para seguir su trama, nos metemos entre dos tensiones: la de este grupo que se fuga, que es perseguido (algo de la novela policial), que es definido como criminales, como traidores. La condición inadmisible del migrante en la actualidad es justamente de esta absurdidad: es criminalizado y es reducido por su condición que es supuestamente contra el mundo del Capital “deteriorante”. Ese miramiento a reducirlo como un virus que es peligroso ha sido objeto más reciente del pensamiento filosófico (piénsese en Giorgio Agamben, Roberto Esposito, etc.). Alguien quien pretende su emancipación supondría en el mundo del capitalistalismo, ser un criminal porque pone en riesgo el orden del trabajo esclavizante. La novela hace lo que Piglia sugiere: con las pistas nos damos cuenta del absurdo de las condiciones de vida.
Finalmente, puesto que estamos en una novela de “papeles” de “registros”, en cada uno subyace mundos posibles, mundos mentales de posibilidades para salir, individualmente, de la quietud. Por algo la novela, en este caso, debe ser leída como un desafío.
Por lo dicho, celebro el aparecimiento de 5079: archivos secretos: es una novela que seguirá dejando un montón de interrogantes.