¿Qué sucede cuando la literatura de viajes y la ciencia ficción se intersecan en la pluma de un escritor gótico del siglo XIX? Surge una obra como The Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket (1838) (en español, Las aventuras de Arthur Gordon Pym, una traducción que no hace justicia al juego intergenérico de Poe pero esto es materia de otra discusión). Publicada en Nueva York en 1838, estamos ante la única novela completa de Edgar Allan Poe. Empieza como un relato de viajes y desventuras del joven Pym por vastos océanos hasta culminar en la orilla sur de nuestro planeta. La escritura de Poe se inscribe en la narrativa breve y la poesía de misterio, el horror gótico, lo macabro y la ficción detectivesca. Además, se consideran a Poe un contribuyente significativo al surgimiento de la ciencia ficción en su época (Stableford).
Animado por su imaginación y las historias fantásticas de marineros, y con la ayuda de su amigo Augustus, Pym empieza su viaje como un polizonte en el ballenero Grampus. Un motín a bordo termina con la vida de parte de la tripulación. Pym y Augustus se unen a Dirk Peters, uno de los líderes del motín, toman control de la nave y se deshacen de los marineros que aún quedaban excepto uno llamado Richard Parker, quien los ayudará a manejar el barco. Se suceden desventuras y hallazgos macabros como el encuentro de una nave holandesa cuyo olor nauseabundo revela que su tripulación yace muerta en su interior. Ante el hambre desmedida, Pym y sus compañeros acuerdan comerse a uno de ellos para que los otros sobrevivan. Eventualmente Peters y Pym, los únicos sobrevivientes, son rescatados por la nave Jane Guy con la cual navegan hacia el inexplorado sur de la region antártica. Y es justamente en este sur donde la narración pasa del horror abyecto que la ha permeado hasta ese momento (cuerpos mutilados, cuerpos en descomposición, cuerpos canibalizados) al terror. Aquí surgen personajes y elementos narrativos insólitos que también sugieren, inesperadamente, temas proto-cienciaficcionales. Estos elementos y personajes dan paso al suspenso que va de la mano con el miedo y la ansiedad que anticipa revelaciones ominosas y alimenta nuestro terror. Poe es un maestro del terror y, en esta novela, utiliza el horror para llevarnos al borde terrorífico de nuestro universo.
El encuentro con los Tsalal, habitantes de una isla misteriosa cerca del polo sur, descubre seres humanos con la piel y dientes totalmente negros así como especies desconocidas de flora y fauna y una nueva textura del agua que es densa y multicolor. En el mundo de los Tsalal, el color blanco es inexistente, foráneo e indeseable. Experimentarlo los aterroriza. Una desventura con los Tsalal acaba con la tripulación del Jane Guy y, una vez más, Pym y Peters se encuentran a la deriva en un pequeño bote que navega hacia un sur cada vez más monstruoso por su naturaleza insólita. Encuentran un laberinto de pasajes en las montañas antárticas con marcas extrañas en sus paredes; el agua extrañamente se torna tibia y tiene un aspecto lechoso y blanquecino, y una lluvia de cenizas precede a la aparición de una catarata—o niebla—gigantesca que sobresale en la oscuridad más plena que uno pueda imaginar. Cuando, por fin, el velo de la niebla se abre como un par de cortinas, enormes pájaros blancos vuelan y su grito asemeja una palabra terrorífica que los Tsalal gimen cada vez que ven el color blanco: ¡Teke-lili! La catarata se mantiene abierta para permitir la entrada a la pequeña embarcación de Pym y Peters mientras una figura humana colosal domina la escena: “apareció en nuestro camino una figura humana envuelta en un sudario, de proporciones mucho mayores que las de cualquier morador entre los hombres, y el color de su piel era de la blancura perfecta de la nieve” (Poe 1838).
Así, el color blanco—usualmente asociado en Occidente con pureza, inocencia y bondad—se convierte aquí en una diferencia misteriosa y terrorífica que contrasta con el color negro de los Tsalal pero también con el ambiente oscuramente gótico y victoriano del siglo XIX en el que Poe escribía. Además, en este fin del mundo que es el polo sur, la idea del abismo vacío—o sima—deriva de la Teoría de la Tierra Hueca en cuyo interior habría civilizaciones desconocidas, criaturas fantásticas y máquinas maravillosas (Standish). Es un espacio que nos lleva al sur interior de la tierra, a su centro, al abajo de la superficie que pisamos. Una vez más “sur” y “abajo” reafirman su asociación en la mente de los lectores occidentales del siglo XIX hasta el presente.
El final de esta historia permanece abierto prestándonse así a la especulación del lector. Muchos interpretan que el protagonista muere en este momento. Otros piensan que Pym experimenta una transformación espiritual o dimensional. Una nota adicional del narrador de la obra de Poe, en principio paratextual aunque forma parte de la naturaleza especulativa de la obra misma, nos dice que Pym murió después de haber escrito 2 ó 3 capítulos adicionales que redondean su historia pero que estos no se han podido encontrar. El personaje a quien Pym narró sus aventuras y el cual, según el mismo Pym en el prefacio de la obra, ha distorsionado la historia y por eso él mismo va a contarla, se rehúsa a dar más información. El juego especulativo entre texto y paratexto (o ilusión de paratexto), autor, editor, narrador y personaje se mantiene abierto al infinito apuntando, de esta manera, que lo que nos es desconocido nos aterra, y lo que nos aterra nos atrae. El sur antártico de Poe es tierra fértil para esta exploración del miedo y para la curiosidad humana, dos caras de una misma moneda. Y por ello, muy pertinente para la escritura del terror interior y cósmico.
