Sean bienvenidos todos, tomen asiento y diviértanse dentro de esta cueva gamer donde escucharán sangrientas historias que podrán inspirar sus más violentas y sagaces musas que impulsen su narrativa por un nuevo camino… uno que lentamente desciende hacia el infierno.
Ahora, comencemos.
La literatura fantástica tiene diversas vertientes que la alimentan de sobremanera, pero yo siempre me he sentido atraído por aquella que es un riachuelo sanguinolento donde habitan las más densas pesadillas de la humanidad. Si pudiera rememorar hacia el primer libro que me hizo sentir un ambiente oscuro, decadente y, curiosamente, con un denso humor negro que te hacía reír con las situaciones más macabras, sin dudarlo, nombraría La diabólica trinidad de Paul Féval. Fue ahí cuando comencé a perseguir esas sensaciones hasta llegar a El horror vuelve a Amytiville de Jay Anson y La semilla del diablo de Ira Levin. Esta última me sembró muchas dudas y, como desde pequeño siempre he tenido mucha curiosidad, comencé a leer la biblia y me di cuenta que si la leías por completo, sin omitir las partes que nunca nombraban en la misa del domingo, te ibas a dar cuenta que tiene tanta sangre, violencia, perversiones y maldad, que sonrojaría al mismísimo Quentin Tarantino. Y, a decir verdad, ya de adulto, me doy cuenta de que no es difícil de sentir algo oscuro en la religión católica, sólo necesitas visitar una iglesia antigua para que dentro de ti vaya creciendo una sensación de incomodidad, como la que se siente al percibir una sombra caminando detrás de ti a media noche. Y, como todo aquello que decides ignorar, pronto esta sombra se va convirtiendo en un sentimiento asfixiante y aterrador.
Dentro de esta temática, siempre he recomendado un libro que, hasta ahora tengo imágenes grabadas al rojo vivo en mi mente (en serio): El evangelio del mal de Patrick Graham. La leí ya de adulto, cuando hubo un apagón y me quedé sólo en la casa, así que, para pasar el tiempo, prendí unas velas y comencé a leerlo. En su momento, logró meterme miedo y repulsión por igual, a un nivel que difícilmente considero otra novela contemporánea que maneje el terror de esa forma. Es una obra que no deben perderse para nada si es que desean tener un buen susto con una temática ligada a la religión y a la perversión de la crucifixión. Es buenísima, juega mucho con la idea de: «¿Y si todo lo que nos contaron fue una mentira?». Además, posee una protagonista que es una investigadora paranormal que puede desentrañar hechos del pasado conectándose a ellos como una médium, pero las revive como si fueran en su propia carne. No quiero hacer mucho spoiler, así que se las dejo ahí.
Lamentablemente, esta temática narrativa no la he visto usada contemporáneamente por autores, menos aún por peruanos, y no tan sólo me remito al área del terror/horror, sino también a la ciencia ficción. Por ejemplo, hace unos días que, aquí en Perú, hubo una feria de la F.E.I.P. Ahí me tocó conversar con un joven que buscaba libros o películas en las que haya una sociedad robot que tuviera espiritualidad o adoraran a un dios o tuvieran una religión, puesto que era parte de su investigación para la tesis y, en realidad, no las hallaba por ningún lugar. No pude ayudarle con respecto a libros o películas pero sí le di los nombres de unos juegos en los que sí puedes encontrar sociedades completas de robots o seres biológicos basados en el silicio que poseían espiritualidad, algunos hasta meditaban y otros directamente tenían una religión y un dios.
Y, como me gustaría cambiar ese panorama a futuro, les vengo a brindar un poco de inspiración para sus próximas obras con un juegazo que me sorprendió, tanto por su apartado gráfico como el musical, al igual que su envolvente historia. El juego, a fecha de hoy, ya tiene secuela, igual de buena que la anterior igual de cruel y descarnada que la anterior. Así pues les presento la historia de Blasphemous.
Todo inicia en una extraña tierra llamada Custodia, lugar de extrema adoración, donde la fe es lo más importante. Este lugar está regido por una entidad divina llamada «Las altas voluntades», este caprichoso ser bendice y maldice a sus devotos siguiendo un cruel, sádico e inescrutable designio. La manifestación de este poder en Custodia es nombrado como «El milagro» o «El milagro doloroso». Un día un joven, que llevaba una pesada culpa en su corazón, rezó apoyándose en un tronco seco, rogó insistentemente por un castigo equiparado al pecado que cometió, rezó tanto que su petición fue escuchada. De sus brazos y piernas fueron brotando dolorosas raíces que lo unieron, poco a poco, al tronco en el que estaba apoyado. Tremendo fue su sufrimiento, pero nunca gritó ni lloró, simplemente pronunció tres palabras: «Mi gran culpa». Esta fue la primera manifestación del Milagro y este joven tomó el nombre de El retorcido. Años después de su muerte creció un árbol ahí, llamado el Nudo de las tres palabras, de éste brota oro líquido al rojo vivo de forma perpetua. Encima de este lugar fue construida una gigantesca catedral llamada Madre de madres, donde Su Santidad Escribar y sus feligreses se congregaban a diario para adorar al Milagro.
Muchos años pasaron hasta que un día, Su Santidad Escribar clamó que El milagro se había olvidado de ellos, haciendo caso omiso de las plegarias de la gente de Custodia y giró su trono, dándole la espalda a la congregación. Así permaneció hasta que comenzaron a brotar raíces de su cuerpo, convirtiéndose así en un árbol enorme que fue emergiendo por encima de la altura de la catedral. Tiempo después este enorme árbol se incendió por noventa días hasta convertirse en una montaña de ceniza la cual, en su cima, ostentaba el trono de Escribar. La gente quiso llegar hasta el trono pero sucumbía a hundirse en la ceniza, para luego emerger de ella transformadas en monstruos y abominaciones puesto que ese era el designio del Milagro, miles de estos seres azotaron Custodia por años, hasta que el último ser que salió de la ceniza fue el propio Escribar, transformado en El último hijo del milagro.
Tiempo después, en algún lugar de Custodia, una mujer rogó por una purga a sus pecados, golpeando su pecho con una estatuilla de El retorcido, golpeó tanto su pecho que El milagro la transformó en una espada que atravesó su corazón, convirtiéndola en piedra y limpiando así sus pecados. Tiempo después, nuestro protagonista, El penitente, llegó para reclamar esta arma, retirándola del pecho de aquella mujer, así la espada pasó a llamarse Mea Culpa.
El penitente, es el último miembro de la Orden del lamento mundo, una congregación que nació a partir de los terribles sucesos ocurridos en Custodia y que tenía como fin combatir a Escribar puesto que este había malinterpretado el Milagro, llevando a Custodia al estado caótico en el que se hallaba. Es en ese instante que es interceptado por una de las más poderosas guardianas de Escribar, Crisanta, la cual pelea contra él y lo asesina, lanzándolo a un pozo lleno de cadáveres y, antes de abandonarlo, le dice que, si él en verdad es portador de los designios del Milagro, volverán a encontrarse, y si no, se pudrirá junto a sus hermanos del Lamento mudo.
En efecto, El penitente se levanta de entre los muertos y emprende su viaje hacia la catedral Madre de madres, puesto que Mea Culpa era la única arma capaz de asesinar a Escribar, pero antes tenía que hacer el rito de las Tres humillaciones que consistía en hincarse ante tres rostros bendecidos por El milagro y bañados por oro líquido al rojo vivo, puesto que si no lo hacía la enorme puerta de la catedral permanecería cerrada. La primera humillación estaba en el Convento de Nuestra señora de la faz denegrida, donde tendrá que enfrentarse a Nuestra señora de la faz denegrida, una mujer que antaño era conocida como Áurea y que poseía una belleza tal, que la gente comenzó a adorarla, así que ella tomó la decisión de quemarse el rostro con aceite hirviendo. El milagro en vista de su fe y, del acto de contrición que había llevado a cabo, la bendijo impidiendo su muerte y manteniendo su rostro quemado por toda la eternidad, razón por la que fue canonizada de inmediato. La segunda humillación se hallaba en una zona llamada Asciende el quejido donde tendrá que enfrentarse a Tres Angustias, que antaño fueron tres hermanas que habían sido obligadas a casarse, por semanas enteras oraron por ayuda, hasta que El milagro se materializó en ellas por su gran fe, haciéndoles crecer el cabello tanto que las terminó envolviendo a las tres y transformándolas en un solo ser, deforme y aterrador. La última humillación se hallaba en lo profundo de Custodia y se llamaba Ten piedad, antiguamente un joven que no podía dormir por las alucinaciones que tenía acerca del Milagro, es así que se queda dormido en los brazos de una estatua y cuando despierta se encuentra con que El milagro lo había encerrado en el cuerpo de una enorme bestia que poseía constante furia y dolor.
Al derrotar a esta trifecta y arrodillarse ante los tres rostros bendecidos por El milagro estos le brindan la Santa llaga de la Atrición, Contrición y Compunción. Abriéndole la puerta de la Madre de las madres, ahí se dirige El penitente cuando es interceptado por Esdras, un devoto perteneciente a la Legión ungida, quien lucha contra él para evitar su entrada a la catedral, este es secundado por el alma de su hermana muerta, que lo ayuda por el poder del Milagro. Una vez que es vencido El penitente logra entrar a la Madre de las madres donde tendrá que abrirse paso hasta la Cuna de la aflicción, pero es interrumpido nuevamente por Crisanta, pero esta vez es derrotada por El penitente. Luego, al fin nuestro protagonista podrá luchar contra Escribar en su forma de El último hijo del milagro. Al derrotarlo tendrá acceso al Trono girado, que se halla en la cima de la montaña de cenizas. Aquí se desencadenan tres finales según las decisiones tomadas por El penitente: si va directamente allá sin tomar algún tiempo para explorar Custodia, pues irremediablemente se hundirá en la ceniza y hallará la muerte, poniendo fin a su historia. Sin embargo, si El penitente logró encontrar La cuenta inmaculada y la carga consigo en su rosario hasta que se convierta en El peso de la verdadera culpa y destruye las estatuas en las que los ciudadanos de Custodia expían sus culpas, él cargará con el pecado de todos ellos, haciendo así que esta vez sí sea digno de llegar al trono de Escribar. Al llegar al trono, en la cima de la montaña de ceniza, el se sienta en él y se clava la espada Mea Culpa. Así pues, expía las culpas de todos los habitantes, pero reinicia el ciclo, pues ahora él se vuelve el adorado y esto lo único que logra es extender el ciclo interminable de adoración extrema.
Para el tercer final, y canónico, tenemos que regresar hasta el momento de las tres humillaciones. Antes de que El penitente vaya a la Madre de las madres, tiene que encontrar la tumba de la hermana de Esdras, Perpetua, en donde su alma le revelará que, en verdad, lo que vio ayudando a Esdras no es ella, sino una ilusión proveniente del Milagro y por esa razón le da al Penitente su biblia. De regreso a la Madre de las madres cuando El penitente pelea contra Esdras, se la muestra, rompiendo la ilusión que aquejaba a Esdras. Este promete ayudar a derrocar a este cruel poder divino y se va. Luego, gracias a liberar a Esdras del engaño del Milagro, más adelante él le dará una llave que le permitirá acceder a un cuarto en las profundidades de la catedral Madre de las madres donde nuestro protagonista encontrará otro rostro divino, el cuarto rostro bañado en oro líquido. Este estaba encerrado ahí porque había visto la verdad acerca del Milagro. Es en ese momento en el que El penitente se entera de Las altas voluntades, este ser divino que controla al Milagro y es éste quien usa al Milagro a su capricho, es este el que engatusó a Esdras y quien, ahora, controlaba la voluntad de Crisanta. Este rostro bendecido nos da la herramienta capaz para romper el control mental que Las altas voluntades ejercían sobre Crisanta: El apodíptico corazón de Mea Culpa. Es así que El penitente se abre camino nuevamente hasta Crisanta y esta vez, la historia cambia totalmente. Al romper el control sobre Crisanta, esta puede pensar con claridad y nos ofrece su ayuda para terminar con esto de una vez por todas, dándonos La santa llaga de la abnegación. Con este objeto, y después de derrotar a Escribar y subir a su trono, podemos ascender al plano llamado El sueño, a donde van todos los que mueren, y a donde va uno cuando duerme, pero puede regresar de este. Más allá de este plano nuestro protagonista accede a la Vía de las procesiones eternas, el sólo hecho de pisar ese lugar es una enorme blasfemia y es ahí donde encuentra a la verdadera forma de Escribar: El guardián de la procesión eterna. Es aquí donde aparece Crisanta y pelea junto a nosotros para derrotar al fin a Escribar y acceder, al fin, a los verdaderos responsables de todo el mal que ocurre en Custodia: Las altas voluntades. Este es un ser que es constituido por tres cabezas voladoras que lloran oro líquido. Este dios nos indica que no pueden asesinarlo puesto que es quien controla al Milagro y si lo asesinan, el Milagro quedaría huérfano y la humanidad quedará condenada sin que nadie los guíe y les brinde absolución. Pero, más importante que todo lo anterior, asesinarlas constituiría una blasfemia tan grande que no habría penitencia posible que les quite ese pecado de encima.
Sin dudarlo, El penitente y Crisanta desenvainan sus espadas y asesinan sin piedad a Las altas voluntades, liberando al fin a Custodia de su control. Justo después, se enfrentan a la consecuencia de sus actos, pues El milagro se desvanece de Custodia y, como conté al inicio, la espada Mea Culpa se desvanece pues fue creada por El milagro, al igual que El penitente… Este siente como la vida lo abandona, cae y muere. Tiempo después, Crisanta lo sella en una tumba para que descanse en paz por toda la eternidad… a menos que sea necesitado de nuevo.
Es así como finaliza esta historia.
¡Espero les haya gustado pues es alucinante! ¡Si tienen tiempo pueden jugarlo ya que este es un súper resumen de todo lo que puedes encontrar dentro de este juego! Ojalá los haya inspirado para crear una historia de terror con temática religiosa que combine elementos tan sórdidos y retorcidos como los que te brindan en este juego, les mando un abrazo y hasta aquí nos vemos.
¡Hasta luego queridos narradores de lo grotesco!