Joanna Russ fue una escritora, académica y activa feminista estadounidense. Este mes de febrero hubiera cumplido 77 años. Licenciada en inglés y Master in Fine Arts, enseñó literatura en varias universidades, alternando la actividad docente con la literatura y las conferencias. Escribió más de cuarenta cuentos para diversas revistas y antologías de ciencia ficción, y fue situada por la crítica junto a Disch y Delany como pionera de la New Wave por su prosa dotada de un lenguaje vivo, enérgico, mordaz y atrevido, además de su compromiso con el feminismo radical. Fue galardonada con los premios Hugo, Nebula, Locus y James Tiptree, Jr., entre otros, y fue nombrada miembro del Salón de la Fama de la Ciencia Ficción y Fantasía en 2013. Además de su trabajo como escritora de ficción en prosa, Russ también fue dramaturga, ensayista y autora de obras de no ficción, de crítica literaria y teoría feminista. Para Russ, que se declaraba feminista socialista, tanto la ficción como la no ficción eran los modos de participación teórica con el mundo real. El hombre hembra, quizás su obra más conocida, puede leerse tanto en calidad de novela como de texto teórico.
Joanna Russ nació en el Bronx, en Nueva York, en 1937. Desde muy chica hizo sus propios cuentos, poemas, cómics e ilustraciones, y a menudo los encuadernaba cosiéndolos a mano. En su último año de la secundaria, fue seleccionado entre los diez ganadores del Westinghouse Science Talent Search. Comenzó a hacerse notar en el mundo de la ciencia ficción en la década de 1960, en particular por su libro Picnic en el Paraíso, que mezcla elementos de fantasía con ciencia ficción. En ese momento, la CF era un campo dominado por autores masculinos, escribiendo para un público predominantemente masculino, pero las mujeres estaban empezando a generar su espacio.
Russ fue una de las autoras más abiertas al desafiar la dominación masculina en la materia, y es considerada como una de las conductoras de la ciencia ficción feminista. También fue uno de los primeros grandes autores de ciencia ficción en tomar la slashficción (ficción centrada en la atracción interpersonal y las relaciones sexuales entre personajes del mismo sexo) y sus implicaciones culturales y literarias en serio. Su escritura se caracteriza por la ira entremezclada con humor e ironía. Algunos de sus cuentos premiados son: “Almas” (1982), “Cuando cambió” (1972), “La Segunda Inquisición” (1970), “Hombre pobre, mendigo Hombre”(1971), “Los Viajes Extraordinarios de Amélie Bertrand” (1979), y “El Misterio de los Caballeros Young” (1982).
La muerte del caos (And Chaos Died, 1970) es una novela muy interesante. Comienza describiendo cómo una nave se estrella en un planeta extraño y qué les sucede a sus tripulantes al entrar en contactos con los pobladores. Y en el segundo capítulo la nave vuelve a estrellarse. Ahí uno dice, “un momento…” Y es que en esta novela todo puede pasar, porque lo primero que le enseñan los pobladores del planeta al protagonista es que no hay limitaciones para los poderes psi: telepatía, teleportación… En contraste con la total armonía de este mundo, la Tierra es un planeta de agudo hacinamiento, donde casi no existe “naturaleza”. Un poderoso estado burocrático y policial supervisa los actos de todos los ciudadanos, la creatividad y la individualidad son reprimidas y canalizadas en rígidas formas sociales. Y pasa de todo, en apenas 200 páginas.
En 1975 publicó El hombre hembra (The Female Man). El primer capítulo dice:
“Nací en una granja en Whileaway. Cuando tenía cinco años me enviaron a un colegio del Continente Sur (como a todo el mundo) y cuando cumplí los doce me reuní con mi familia. Mi madre se llamaba Eva y mi otra madre Alicia; yo soy Janet Evason. A los trece años, aceché y maté un lobo, yo sola, en el Continente Norte por encima del paralelo cuarenta y ocho, utilizando solamente un rifle. Llevé a rastras la cabeza y las patas, luego abandoné la cabeza, y finalmente llegué a casa con una sola pata, prueba suficiente (pensé). He trabajado en las minas, en la cadena de radio, en una vaquería, en una huerta y, durante seis semanas, después de haberme roto la pierna, como bibliotecaria. A los treinta años di a luz a Yuriko Janetson; cuando se lallevaron al colegio cinco años más tarde (y nunca he visto a una niña protestar tanto), decidí tomarme algún tiempo libre para ‘ver si podía encontrar la antigua casa de mi familia, ya que ellas se habían trasladado después de que yo me casara y me instalara cerca de Ciudad Minera, en el Continente Sur. Pero el lugar estaba irreconocible; nuestras zonas rurales cambian constantemente. No pude encontrar más que trípodes de señalización por todas partes, en los campos extrañas cosechas que yo no había visto nunca, y una banda de niñas itinerantes. Se dirigían al Norte para visitar la estación polar, y se ofrecieron a prestarme un saco de dormir para pasar la noche, pero decliné el ofrecimiento y me quedé en casa de la familia residente; a la mañana siguiente emprendí el regreso a casa. Desde entonces he sido Oficial de Seguridad, es decir SP (Seguridad y Paz), puesto que llevo desempeñando ya seis años. Mi puntuación en el Stanford- Binet (según vuestros términos) es deciento ochenta y siete, la de mi mujer, doscientos tres y la de mi hija, ciento noventa y tres. Yuki supera todos los récords en las pruebas verbales. He supervisado la excavación de zanjas cortafuegos, he actuado como comadrona, y he ordeñado más vacas de las que desearía que existiesen. Pero Yuki va loca por los helados. Quiero a mi hija. Quiero a mi familia (somos diecinueve). Quiero a mi mujer (Vittoria). He tenido cuatro duelos. He matado cuatro veces.”
Ese es todo el primer capítulo. ¡Menos de 400 palabras en las que se cuenta tanto! Naturalmente, al terminarlo uno se pregunta qué me contará en todo el resto de la novela… Y lo que cuenta es la historia de cuatro mujeres que viven en mundos paralelos. Cada vez que una de ellas intercambia planos de existencia con otra, surgen diferentes observaciones acerca del rol de cada género, así como un intercambio de nociones acerca de lo femenino y lo masculino. El “hombre hembra” del título se refiere a una de las protagonistas, Joanna, quien ha procurado borrar su identidad femenina para alcanzar el éxito en un mundo masculino, básicamente el nuestro durante la década de 1970. Por otro lado está el mundo de Jeannine, una realidad en donde la Gran Depresión de 1929 nunca concluyó y donde la Segunda Guerra Mundial jamás comenzó a causa del asesinato de Adolf Hitler en 1936. El tercer “plano” pertenece a Janet; una suerte de sociedad feminista utópica ubicada en un futuro lejano, donde todos los hombres han muerto a causa de una plaga genética, y aparentemente también genérica, que se prolongó durante 800 años. Tras convertirse en verdaderas maestras de la partenogénesis, el lesbianismo se transforma en un ejemplo de “relación tradicional” que con el tiempo olvida su pasado clandestino y llega a objetar vívamente cualquier otra alternativa para el amor. Finalmente, está el mundo de Jael, que es una distopía en donde hombres y mujeres se encuentran literalmente en guerra. El conflicto lleva unos cuarenta años de desarrollo, aunque con algunas intermitencias, por ejemplo, cuando ambos bandos intercambian especímenes con el propósito de procrear. Esta guerra ha motivado ciertos “ajustes”. Por ejemplo, el bando de los hombres ha creado una estirpe cosméticamente alterada de caballeros afeminados con el propósito de satisfacer el deseo creciente de la tropa. Finalmente Jael les revelará que ella es la artífice de que las cuatro se hayan reunido y les dice que “son cuatro versiones de la misma mujer”. Lo que desea es que le ayuden a derrocar la opresión de los hombres en los otros mundos. Janet se niega, debido al pacifismo del mundo del que ella proviene, pero Jael afirma que la razón de la ausencia de los hombres en Whileaway no es debido a una plaga, sino porque las mujeres ganaron la guerra y mataron a todos los hombres en el pasado de su línea de tiempo.
El hombre hembra fue aclamada unánimemente por la crítica como un aporte esencial al género. Aprovecha al máximo la capacidad de la ciencia ficción para presentarnos el contraste entre el mundo que conocemos (las vida que viven muchas mujeres) y un mundo alternativo (la vida que podrían llevar en otras condiciones), todo ello, narrado en un tono poético e intimista.
Aquí se puede leer el libro entero.
https://es.scribd.com/doc/90678972/Russ-Joanna-El-Hombre-Hembra
Russ decía que la ciencia ficción da algo a sus lectores que no puede ser fácilmente adquirido en cualquier otro lugar. Sostuvo que la ciencia debe ser precisa, y la seriedad es una virtud. Insistió en las cualidades únicas de este género, sosteniendo que la ciencia ficción tenía mayor flexibilidad en comparación con otras formas de escritura. También estaba interesada en demostrar las potencialidades únicas de las escritoras de ciencia ficción. A medida que su carrera entró en su segunda etapa, en la década de 1980, comenzó a preocuparse por las normas de corrección.
En 1983 publicó el libro Cómo suprimir la escritura de la mujer (How to Suppress Women’s Writing), que está escrito en el estilo sarcástico e irreverente de una guía que explica cómo se les impide a las mujeres la producción literaria, no dándoles el reconocimiento cuando producen este tipo de obras o menospreciado sus contribuciones. Aunque se centra principalmente en textos escritos en inglés, Russ también incluye ejemplos de trabajos en otros idiomas y en otros medios de comunicación, como las pinturas. Citando autores y críticos como Suzy McKee Charnas, Margaret Cavendish y Vonda McIntyre, el libro tiene como objetivo describir las fuerzas sociales sistemáticas que impiden el reconocimiento generalizado de la obra de autoras.
El libro describe once métodos comunes que se utilizan para ignorar, condenar o despreciar la obra de autoras:
Prohibiciones: Impedir a las mujeres el acceso a las herramientas básicas para la escritura.
Mala fe: Inconscientemente crear sistemas sociales que ignoran o devalúan la escritura de las mujeres.
La negación de la autoría: Negar que una mujer lo escribió.
La contaminación de la autoría: Argumentar que su arte no es auténtico, no es arte en realidad, o no debería haber sido realizado.
El doble estándar de contenido: Reclamar que un conjunto de experiencias se considera más valioso que otro.
Falsa categorización: Categorizar incorrectamente artistas mujeres como esposas, madres, hijas, hermanas, o amantes de los artistas masculinos.
Aislamiento: Crear la creencia de que se trata de un logro aislado afirmando que sólo un trabajo o una corta serie de poemas se considera importante.
Anomalización: Afirmar que la mujer en cuestión es excéntrica o atípica.
Falta de modelos: Reforzar la dominación de los autores masculinos en los cánones literarios con el fin de cortar la inspiración de escritoras y modelos a seguir.
Respuestas: Obligar a las mujeres a negar su identidad femenina con el fin de ser tomadas en serio.
Estética: Popularizar trabajos estéticos que contienen papeles y caracterizaciones denigrantes de las mujeres.
Feministas, activistas por los derechos civiles y estudiosos en general recibieron muy bien el libro. Está especialmente considerado por su humor y el ingenio con que está escrito, así como por su desmenuzamiento y novedosa presentación de los problemas de sexismo y el racismo en los estadios de arte y la escritura.
Aunque Russ era una feminista activa y fue una de las colaboradoras centrales en la escena de la ciencia ficción feminista a finales de 1960 y 70, Cómo suprimir la escritura de la mujer marcó su transición para enfocarse en la crítica literaria. En la década de los 80, se dedicó a escribir un ensayo titulado “Utopías Feministas Recientes”, que fue publicado más tarde, en 1995, como parte de su libro Escribir como una mujer: Ensayos sobre Feminismo y Ciencia Ficción.
Más adelante en su vida publicó poco, en gran parte debido a un dolor de espalda crónico y el síndrome de fatiga crónica. Falleció el 29 de abril de 2011.