De lo virtual a lo presencial: las tertulias en Hispanoamérica

La Tertulia Caraqueña de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror
La Tertulia Caraqueña de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror

El pasado fin de semana se llevó a cabo la centésima Tertulia Caraqueña de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror. Como los seres humanos tenemos debilidad por los números redondos, resulta una ocasión perfecta para la reflexión. ¿Para qué sirven las tertulias? ¿De dónde vienen? ¿Hacia dónde van? ¿Para qué demonios dedicamos tiempo a eso?

Me retrotraigo al pasado para contarles una historia que mis contertulios venezolanos conocen hasta la saciedad, pues la recuerdo cada vez que cumplimos un nuevo aniversario. Yo comencé con esto de la ciencia ficción sola, como la mayoría. Leía cuando algo caía en mis manos, y no solía conversar de mis lecturas con nadie, salvo algún amigo o novio de turno. En la universidad donde estudié había un club de ciencia ficción llamado UBIK, en honor a la famosa novela de Dick. Pero no me llamaba la atención integrarlo, se veían demasiado nerds y me sentía algo intimidada. Así que me contentaba con leer la gaceta que ellos publicaban y ya. Pero con la llegada de Internet descubrí una cosa loquísima llamada “listas de correo”. La primera que integré era sobre un anime que me encantaba, Saint Seiya, pero pronto encontré una de ciencia ficción. No era una lista de correo muy grande, pero fue agradable conocer a gente que también disfrutaba con las mismas lecturas que yo. Pronto caí en otra lista más grande, que estaba formada principalmente por aficionados españoles. Allí supe que existía una Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror y que en diversas ciudades se reunían periódicamente en tertulias. Morí de envidia, pues por aquellos días no había asociaciones ni tertulias en Venezuela.

La Tertulia Caraqueña de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror
La Tertulia Caraqueña de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror

Conocí la tertulia madrileña de primera mano un jueves de julio del lejano 1999, aprovechando un viaje que hice a la Madre Patria (la mía, pues yo nací en España). Fue fantástico conocer a montones de personas, aunque debamos reconocer que casi todos eran hombres, que se reunían a cenar, beber, hablar de ciencia ficción, intercambiar material y demás actividades propias. Esa noche conocí a personalidades como Ramón Muñoz, Eduardo Vaquerizo y León Arsenal. Pero más importante que eso fue que pasé una noche muy reveladora, y volví con un gusanito dentro que durmió hasta que nacieron las tertulias de Buenos Aires y me convencieron de iniciar las caraqueñas en vez de esperar eternamente a que alguien más las hiciera. Y así sucedió, hace cien meses.

El primer paso fue estudiar el mercado. Es decir, contactar con otros venezolanos interesados en el tema. Para este momento existía la Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía, la cual fue creada por los mismos que años atrás habían hecho nacer el club UBIK de ciencia ficción en la universidad donde estudié. Ellos fueron impulsores de la primera tertulia, y ya les voy a contar por qué. Resulta que en mayo, UBIK cumple años de fundado, y la primera tertulia fue la excusa perfecta para celebrar su vigésimo primer aniversario. Por eso tuvimos la casa llena y comenzamos con muy buen pie. Recuerdo que semanas antes de la primera tertulia, mientras buscaba un lugar para hacer la reunión, un futuro contertulio me decía que buscara un café con mesas de cuatro asientos y que seguramente dos de ellos quedarían vacíos: él creía que sólo asistiríamos él y yo. Felizmente para ambos, se equivocó y, si bien hemos tenido altas y bajas en la asistencia, seguimos mes a mes hasta llegar a cien tertulias.

Entrega de premio al ganador de algún Triatlón Aniversario de la Tertulia
Entrega de premio al ganador de algún Triatlón Aniversario de la Tertulia

Pero habrá quienes se pregunten por qué reunirnos físicamente, ya que en Venezuela tanta y tanta gente permanece conectada a Internet a través de sus teléfonos y otros dispositivos. La penetración de Internet en la población venezolana supera el 70%, o al menos es la cifra reportada en un estudio prospectivo de hace pocos años. Y efectivamente interactuamos más a través de las redes sociales: ya las listas de correo han pasado de moda, pero existen fantásticas páginas en Facebook que cumplen el mismo propósito, y en Goodreads hay muchos grupos perfectos para compartir con lectores del género. Además, la mayor parte de los aficionados a la ciencia ficción que están en la fase gregaria son adultos con trabajos, familias y responsabilidades. (Esto por sí mismo resultaría interesante de desarrollar: ¿por qué los mayores gustamos de compartir la afición y los más jóvenes aparentemente se bastan a sí mismos y se conforman con sus pequeños núcleos de amistades cercanas?) Así que reunirse no es tan fácil. Primero hay que hacer coincidir los escasos tiempos libres de los interesados. Eso excluye de entrada los días de semana, y en muchos casos la parte diurna del fin de semana está dedicada a la familia. Y por la noche es cada día más inseguro salir. No exagero: hace pocos meses presenciamos un tiroteo desde la mesa del restaurante donde hacíamos la tertulia. Además, estamos en una crisis inflacionaria que duplica los precios del restaurante (y del costo de la vida) cada dos o tres meses, y los sueldos no suben ni siquiera anualmente, así que cada vez es más difícil ir a la tertulia y cenar allí. Y los restaurantes esperan que si un grupo grande va a ocupar tres o cuatro mesas por cinco horas al menos consuma. Por esta razón, cuando el consumo empieza a bajar tenemos que lidiar con mala atención por parte del restaurante, e incluso con insinuaciones de que mejor dejemos de reunirnos allí. Los centros culturales hubieran sido una alternativa decente, pero la nueva ley de cultura los pecha con unos impuestos tales que irán cerrando o cobrando por el uso de sus espacios. No es fácil. ¿Por qué seguir entonces? Pues porque sigue asistiendo un colectivo de aficionados. Y lo hacen porque la web no basta. La libertad de horarios que nos dan las redes sociales dificulta que se den las condiciones para una tormenta de ideas. Alrededor de una mesa, por contra, estas tormentas se dan de forma espontánea.

Star Trek fans, padre e hijo
Star Trek fans, padre e hijo

Así llegamos a lo interesante. Y es que multitud de proyectos nacen directa o indirectamente de estas reuniones. La mayoría no llega a puerto, por supuesto, pero eso no le quita mérito al semillero de la tertulia. Sin pensar mucho, recuerdo que Ronald Delgado, joven promesa de la ciencia ficción venezolana, pasó de aprendiz a estudiante de taller literario y a escritor con varios libros publicados desde que empezó a asistir a las tertulias y compartir con personas que habían pasado por esas etapas anteriormente. La Asociación Venezolana de Ciencia Ficción reactivó sus actividades, aumentó su plantilla de miembros, hizo contacto con los actuales miembros del club universitario UBIK e inició la elaboración de una antología de ciencia ficción venezolana que está por salir en papel en breve. Otros grupos también han visto su membresía ampliada y han utilizado la tertulia como una plataforma para promocionar sus actividades, como el Star Trek Club Venezuela, por ejemplo. A la tertulia han acudido periodistas en busca de un artículo, estudiosos del género en busca de opiniones y conocimientos oscuros, cineastas que quieren guiones para cortos, e incluso gente de la Cámara Venezolana del Libro con intención de preparar eventos de literatura fantástica en la Feria del Libro. Se nos ha invitado a la radio, a dictar charlas, a eventos diversos. Hemos tenido oportunidades gracias al renombre que la tertulia se ha ido ganando durante estos años. También hemos hecho clubes de lectura, cine-foros, competencias estilo trivia, además de sumar incontables horas de conversación alrededor de libros, películas, series de televisión, juegos de video y de rol, cómics, mangas, animes y novelas gráficas.

La tertulia en acción
La tertulia en acción

Hay un beneficio adicional. Y es que las tertulias de un lugar inspiran el nacimiento de tertulias en otros lugares. La caraqueña nació de la madrileña y la bonaerense. La de México DF tiene una historia contemporánea interesante, pues hubo una que fue languideciendo y luego nació otra de la que el primer grupo nunca tuvo noticia, y gracias a la visita de un par de representantes de la tertulia caraqueña ambos grupos se unieron para hacer una más grande y mejor, con dos generaciones de aficionados. La guayaquileña nació de la nuestra. Y dentro de Venezuela hay una segunda tertulia en la ciudad de La Victoria, hija de la caraqueña.

Quizás un día nuestros hijos o nietos, nativos digitales, no necesitarán el encuentro para lograr la masa crítica que redunde en proyectos que hagan avanzar nuestro género. Pero nosotros lo necesitamos. Y ante la ausencia de grandes convenciones como la estadounidense hacemos nuestras pequeñas, sencillas y baratas reuniones locales. Y nos gusta.

Para más información sobre la Tertulia Caraqueña de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror pueden visitar nuestro blog o nuestro grupo en Facebook.

Stars Wars fans, madre e hijo
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Exoplanta ganadora del Museo Exobiológico inaugurado en la Tertulia
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Entrega de premio al ganador de algún Triatlón Aniversario de la Tertulia
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1 Comment

  1. Me encantó leer este artículo. Siempre tuve interrogantes sobre el sentido real de una Tertulia de CF. Susana ha esclarecido muchos puntos de la cuestión.

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