Ciencia ficción desde el extremo occidente

Ciencia ficción desde el extremo occidente

cuentosEn el año 2002, se publicó en el Perú un volumen que recopilaba una serie de cuentos fantásticos escritos por Rodolfo Hinostroza. Tuvo a bien publicarlos bajo el título de “Cuentos de extremo occidente”. ¿Por qué razón? Hela aquí:

El Extremo Occidente – que para Borges es sinónimo de América Latina – es para mí una incierta región “donde sopla el viento del espíritu” y pasan cosas que merecen ser recogidas bajo la forma de cuento fantástico. El nombre de este libro es pues un homenaje al maestro argentino que no cesa de guiarnos con el brillo de su prosa.

No hace falta ahondar en las razones que pudo tener Jorge Luis Borges para arribar a semejante sinonimia. Occidente está compuesto, básicamente, por los países europeos, cuna de la llamada “civilización occidental”. Dado que los mismos comparten un continente con otros países situados, mas bien, al oriente, vendrían a ser un “cercano occidente”, en contraposición a los países que, si bien participamos de la misma influencia cultural (el idioma y la religión mayoritaria en Perú son el español y el catolicismo romano), no pertenecemos del todo a la influencia cultural occidental. De un lado, debido a la ineludible presencia (y supervivencia) de los llamados pueblos originarios pre-colombinos, los cuales proporcionan a nuestra cultura un matiz único y original que trasciende lo meramente exótico o turístico. De otro, por la existencia de corrientes de expresión que pretenden negar o incluso abolir toda traza de cultura occidental. De modo que nuestra existencia como país dista de ser plácida o idílica, sino mas bien, problemática.

Si además pretendemos analizar nuestra relación con el “otro” occidente, es decir, los Estados Unidos de América, la problemática se multiplica. Hablamos de un país de obvia raigambre occidental, pero con el matiz de pertenecer al ámbito anglosajón, distinto a la raíz latina que nos nutre. La visión que tenemos en el Perú respecto a los “gringos” no es homogénea: o son admirables por sus evidentes logros democráticos, económicos y tecnológicos; o son el enemigo imperialista del cual debemos, por principio, desconfiar.

Esta desconfianza no solo abarca las acciones militares o económicas, sino que se extiende a la esfera cultural. Hay quien siempre sospecha que, a través de sus películas, series de televisión, canciones y libros, los Estados Unidos de América pretenden ejercer una suerte de control mental sobre el resto del mundo. De modo que habría que desconfiar incluso de los productos culturales provenientes de USA.

Lo que lleva a la gran pregunta: ¿y qué hacemos con la ciencia ficción, género que desde su propio nombre, revela un origen que nada tendría que ver con nuestra condición de país de extremo occidente? ¿Qué tiene que ver la science fiction con el Perú?

Nuevamente, nos hallamos ante dos opciones. La primera, dar por sentado que estamos ante un género cuyo mayor desarrollo ha tenido lugar en el ámbito anglosajón, lo que, según algunos, lo convertiría en un género alienante, ajeno a nuestras raíces culturales y, por ende, digno de ser extirpado de nuestro canon literario. La segunda, un tanto artificiosa, es retrotraerse hacia los orígenes históricos del género y asignarle una etiqueta clásica (asumiendo como padre de la ciencia ficción a Julio Verne, por ejemplo), o buscar los orígenes del género en nuestro propio universo latinoamericano.

El desarrollo de la segunda opción, que puede parecer disparatada para ciertos lectores, lleva sin embargo a ciertos descubrimientos por demás asombrosos. No quisiera extenderme demasiado, pero al menos en lo que al Perú concierne, se han podido hallar narraciones que bien podrían llamarse proto-ciencia ficción en fechas tan remotas como 1790 (Viaje al globo de la luna) o 1843 (Lima de aquí a cien años). Para más detalle, puede leerse mi artículo Panorama de la ciencia ficción en el Perú, reproducido en la revista electrónica Alfa Eridiani N° 6, enero/febrero 2007(https://alfaeridiani.blogspot.com/p/revistas.html).

Sin embargo, a pesar de contar con tan notables antecedentes, hay que reconocer que el género no prosperó en el Perú. Es decir, no tuvo lugar el desarrollo de publicaciones dedicadas exclusivamente al género, el cual, por cierto, no dejó de interesar a autores de renombre como Clemente Palma o José B. Adolph, además de otros cuyas publicaciones, realizadas en suplementos dominicales de diversos diarios, están a la espera de una investigación más profunda y concienzuda.

El hecho es que, un muchacho cualquiera de una ciudad peruana cualquiera del siglo XX, no encontraría en ningún puesto de diarios o librería el tipo de publicaciones que su par anglosajón podría encontrar. No existían revistas como Amazing Stories, o Science Fiction Age, menos aún libros publicados por editoriales como Ace Books.

A partir de los años sesenta del siglo XX hay una mayor presencia de publicaciones de ciencia ficción disponibles en el mercado. Se trata, en su gran mayoría, de traducciones al español de obras de autores anglosajones. Pensar en una publicación peruana de ciencia ficción excede el ejercicio imaginativo más atrevido.

El mundo hispano, sin embargo, empezó a evidenciar los efectos de dicha influencia. Con Argentina, México y España a la cabeza, la publicación de libros y revistas del género dejó de ser una rareza en el panorama literario, si bien faltaría mucho para que dicha producción fuera reconocida y aceptada como “literatura”. Pese a su ineludible presencia, todavía se consideraba a la ciencia ficción como “subliteratura”. Aún la producida por autores autóctonos.

Por tal razón, los “Cuentos sociales de ciencia ficción” de Juan Rivera Saavedra y los cuentos y novelas de José B. Adolph, relativamente ignorados en su momento, están siendo reconocidos y revalorados en épocas recientes, a décadas de su publicación. Y esto ocurre gracias al gran fenómeno que ha cambiado la faz del mundo: la internet.

La internet, si bien no era desconocida en el Perú, recién comienza a masificarse a fines del siglo XX. Comenzando por las grandes ciudades, los ciudadanos aprenden conceptos como página web, programación en HTML, correo electrónico… y a vivir en un mundo en el cual no es raro “conversar” con habitantes de otras latitudes.

La internet proporcionó un medio para que, al fin, los lectores, estudiosos, investigadores y escritores vinculados a la ciencia ficción, cualquiera fuera el origen de este interés, pudieran al fin conocerse y difundir el producto de esta confluencia de intereses. Lo que en su momento se logró en los Estados Unidos de América mediante revistas como Amazing Stories y las que siguieron, se viene logrando en el Perú mediante diversas publicaciones electrónicas, cuya vigencia ha dado lugar, desde principios del siglo XXI, un incremento cada vez más notable de publicaciones “en papel” de cuentos y novelas del género, al tiempo que concitan el interés del sector académico.

Llegamos a una pujante actualidad, con publicaciones tanto electrónicas como impresas, de narrativa y de estudios literarios en torno a las mismas. Publicaciones, sin embargo, que aún adolecen de periodicidad y de publicidad suficiente como para adquirir una presencia definitiva y definitoria en el ámbito editorial peruano, y partiendo del mismo, hacia el resto del mundo.

Esperemos que, merced a los avances tecnológicos que vivimos día a día, dejemos de ser, cuando menos en lo que a ciencia ficción se refiere, un país de extremo occidente.

Daniel Salvo

 

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2 Comments

  1. Salió muy rápido. Mre hace recordar a una panel en el que alguna vez participé que se llamaba “Post colonial science fiction”. El tema era evidentemente la ciencia ficción en esos países que antes fueron colonias de otro. Y claro, mi punto era que yo no me consideraba una escritora de ciencia ficción “post colonial”, sino solo una escritora de ciencia ficción. Por supuesto todos estaban de acuerdo conmigo, pero el título era para hacer notar que no solo se escribe ciencia ficción en países “desarrollados” o de habla inglesa.

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