Entrevista: Certamen Internacional de Microcuento y Poesía miNatura

Mi Relación con la revista miNatura empezó en 2007. En ese tiempo decidí participar en algunos concurso pues mi carrera despegaba y el “mainstream” (como siempre) trató de minimizar mi trabajo diciendo que escribía ciencia ficción porque no podía escribir otra cosa. Ganar o quedar finalista en los concursos en los que participé es lo que me ha permitido decir que puedo escribir lo que me da la gana, pero que escojo fantasía y ciencia ficción porque me gusta.

Luego del concurso, empezó mi amistad con Ricardo Acevedo y Carmen Rosa Signes. Participé en algunos números de la revista e invité a Ricardo acser parte del equipo de bloggers en Amazing Stories en Español. Carmen Rosa inclusive ha participado como blogger invitada. Debo decir que la revista es parte de mi vida. Aceptaba las invitaciones de Ricardo a participar en los números como desafío. Siempre comento la importancia que tienen mis sueños en mi proceso creativo. Salir de mi zona de confianza al tener que escribir un cuento en veinticinco líneas y además siguiendo los parámetros del número en cuestión eran un buen ejercicio literario para mí.

Esta es pues una entrevista que le debía a los infatigables Ricardo y Carmen Rosa.

Tanya Tynjälä para Amazing Stories: ¿Cómo nace la idea de hacer un concurso de microficción y de poesía dedicado a la ciencia ficción?
Ricardo Acevedo para miNatura: Parafraseando la canción de John Paul Young: “Sci fi is in the air” solo que habían lagunas que llenar y aparecen el microcuento y la poesía como hijos huérfanos del fantástico, eso y una urgente producción de textos breves que ya Latinoamérica nos estaba ofreciendo, dio lugar a nuestro espacio que aún es muy modesto.

AS: ¿Qué criterios corresponden a un texto ganador?
RA: Primero que todo rehuir al lugar común, no hay peor historia que finalice o comience con un sueño (para referir uno de los pilares del decálogo del editor) por citar un ejemplo. No existen ya temas originales pero si el tratamiento o un giro sorprendente, puede dar a luz un texto ganador.

AS: ¿Cuentas con un equipo de trabajo?
RA: ¡Claro! Leer y evaluar textos de más de 17 países no se puede realizar solo. Primero tengo a mi fiel e incombustible Carmen Rosa Signes U. (esposa y co-directora en la revista) y luego tengo que citar a un grupo de escritores que durante mucho tiempo han sufrido (y sufren) mi tiránico látigo de evaluador: J. E. Álamo (España); Manel Aljama (España); Javier Arnau (España); Raidel Bolivar (Cuba); Bárbara Blas (México); Juan Guinot (Argentina); Cristina Jurado (España); Pablo Martínez Burkett (Argentina); Luis Martínez Semper (España); Javier Muñoz Livio (España); Luís Oliver Guasp (España); Pilar Pulido (España); Lynette Mabel Pérez (Puerto Rico); Antonio Mora Vélez (Colombia); José Miguel Sánchez “Yoss” (Cuba); Vicente Signes U. (España); Doris Valero (España); Elaine Vilar Madruga (Cuba); Odilius Vlak (República Dominicana)… Espero no olvidar a alguno.

AS: ¿Qué satisfacciones te han traído estos concursos?
RA: Un escritor novel, es como un hijo: Te alegran sus primeros pasos (obras) y sobre todo vez con alegría que levantan el vuelo y hasta de vez en cuando te mencionan en sus entrevistas. El mayor placer es que muchos de aquellos primeros escritos de muchos buenos escritores del género nacieron en nuestros proyecto.

AS: ¿Algún año que recuerdes con más cariño? Por qué?
RA: Supongo que nunca nos olvidamos del primero, sientes mariposas en el estómago (como cuando estás enamorado), piensas que vas a fracasar hasta que recibes el primer texto y luego el segundo hasta completar una cantidad inquietante que crees no podrás terminar de leer nunca. Y si también hay tristeza por todos los números de la revista que se perdieron producto de los virus informáticos y donde no podrás recordar todos aquellos textos que se han perdió… ¡Bridemos por ellos!

Aprovecho la entrevista para publicar algunos cuentos y poemas ganadores de números pasados y recordarles que el 19 de mayo se dará el resultado del concurso de poesía de este año.Si desean leer los textos, pueden hacerlo siguiendo el link

Cuentos:

III Certamen Internacional de microcuentos 2005 

Amor a Mariana
Por Alberto Menéndez Enríquez (Cuba)
Quisimos tanto a Mariana; nosotros, los tres hermanos de más inseparable carne y huesos que haya acogido el planeta.
La queríamos tanto, que los huesos y la carne se desmembraron en trozos dispares a machetazos amputadores propinados por nosotros a nosotros, contendientes en un duelo sin reglas, o como única, sobrevivir para conquistar el amor de Mariana.
Mariana nos demostró su afecto reagrupando las porciones con la mayor fidelidad posible a sus antiguos propietarios; pero como eran de carne y huesos tan inseparables, la identificación de cada parte no configuró ni una extremidad en el fraterno rompecabezas.
Mariana, amorosamente, determinó reunirnos en una fosa común, arrojando por último mi lengua, que avergonzada, narra los sucesos catastróficos en honor a Mariana, la que quisimos tanto.

IV Certamen Internacional de microcuentos 2006

La inclinación de los edificios
Por Einar Salcedo (México)
A Paulina le gustaba acostarse enfrente del edificio donde vivía, jugaba a mirar hacia el cielo y contemplar el paso de las nubes, lo que la mareaba y provocaba cosquillas en el estómago y entonces, cerraba los ojos. En ese momento sabía que el edificio no se había caído ni se caería, aunque ella deseaba que el concreto y los ladrillos pudieran flexionarse hasta tocar la punta de su nariz y después regresarlos a su posición vertical.
Un día se armó de valor y decidió que no cerraría los ojos, que aguantaría la ansiedad que le causaba el vértigo. Las nubes avanzaban al igual que el edificio. Su cuerpo temblaba, la tierra también. Paulina tuvo que cerrar los ojos por culpa del polvo que caía del cielo. Escuchó al edificio crujir y el aire comenzó a oler a cemento. La estructura se derrumbó completamente y el cuerpo de Paulina quedó sepultado, con los ojos apretados por el deseo de regresar al edificio a su lugar.

Poesía:

I Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2009

EVA
Por Elaine Vilar Madruga (Cuba), 19 años de edad

El Alquimista permanece inerme en su sueño,
en las altas cúpulas del castillo.
Se ha cansado de urdir promesas,
quebrar hilos, renombrar telares,
unir raíces milenarias y silenciosas…
Ahora ya nada importa para él,
ni las noches de insomnio en que la soledad
le llenó los párpados de humo y esperanza.
Ya no hay razones de dolor.
Ella vive. Ha creado una mujer
con dualidades y promesas;
le ha dado ojos y recuerdos
y su vientre que es luz y sal en la penumbra.
Ha creado una mujer.
Es ella, y su génesis de sed,
y sus palabras de Eva admonitoria.
El Alquimista se tiende sobre su piel de abismo.
La abraza, la huele,
conquista su eternidad de laberinto desnudo.
¿No me hablas, pequeña?
¿No me dirás nada, mi última Eva?
Pero ella es prisionera de su voz.
Sabe que es la Creada,
la Única, inmortal mujer sobre la Tierra.
Sabe que no hay Sol afuera,
sólo suelos carbonizados y soledad;
y criaturas como flores segadas
por el aliento del Apocalipsis y la epidemia.
Se sabe la Única, mujer inmortal
sobre la Tierra quebrada.
No hay otra… las demás
están dormidas en las ruinas de la muerte,
bajo su humanidad condenada
por el barro del destino.
Ella es el último pez
sobre las aguas ponzoñosas del planeta,
ser de alas vencidas, delirio sin cielo…
El Alquimista besa su huella,
su vientre de luz y comienzo,
la tempestad de sus senos.
Pero ella sabe
que son los únicos refugiados de la muerte,
fantasmas huérfanos en la neblina de la Tierra
Entonces Eva vuelve a cerrar los ojos
y se queda dormida para siempre…
El Alquimista aúlla ante la ceniza que abraza en vano,
– su génesis desbrozada, su trozo de
eternidad hecho piedra y
mira con pupilas de cristal en la penumbra,
a la mujer que se desmorona entre sus
dedos.

VIII Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2016

Los jinetes del recuerdo
Por Antonio Mora Vélez (Colombia)
Van como espectros
deambulando por las praderas desérticas
de la vieja comarca de los francos,
tienen los ojos hundidos y oscuros,
el cuerpo magro y pálido, cubierto de andrajos
y largas y delgadas las manos,
como espigas marchitas.
En las noches estrelladas
salen de sus cuevas a buscar el aire
y el agua de los cactus,
y a verse las arrugas de sus rostros
con la claridad de la luna.
Son los jinetes del recuerdo
que cabalgan camélidos mutantes
por las dunas y las ondas,
repensando la vida y el camino.
Dicen que sus voces susurran
los buenos viejos tiempos
y que relatan los sonidos del horror,
las carnes desgarradas,
la tierra asolada por el fuego
que vino del cielo de las naves.
Ellos cuentan que los
autores del estruendo fueron
los mensajeros radiantes de los dioses,
los mismos que les dejaron el pan,
la luz sagrada y el sueño.
Y refieren que regresaron silbando
extrañas melodías de arena
y que se sintieron defraudados
y que decidieron, con el dolor de sus antenas,
quemar las páginas mal escritas
de esta historia
y comenzar de nuevo.

 

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